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Una casa en la playa: la piscina

Publicado el 07 noviembre 2013 por Mamacurra @MamaCurra

Por fin llegó el Currante de su paseo por el mundo, y como siempre, para él todo era maravilloso. Le encantó la casa, el edificio, y por supuesto las pedazo de señoras y señoritas que había en la piscina. Todo un entretenimiento. ¿Serán de verdad? O forman parte del decorado. A veces lo dudaba.

Una casa en la playa: la piscina

Al loro con la sencillez 

Cuerpos esculturales de dos tipos bien diferenciados: las que han pasado por quirófano varias veces y lucían pura silicona, y las que se matan en el gimnasio, no comen y si han pasado por el quirófano no se les nota una mierda. Reconozco que a mi me llamaba más la atención los modelitos que se ponían para bajar a la piscina que sus cuerpos. A veces le decía al Currante: - ¿Pero has visto que biquini? ¡Si se ha puesto una boina de lentejuelas fucsia! ¿Y la pose? Me juego el cuello a que ensaya en el espejo. Y el Currante babeando. Hombres…
Los cachorros, en una mañana de piscina ya tenían íntimos amigos. Paris (no París) y su hermana Charlot. Dos niños argentinos que se bañaban en gayumbos y braguitas. La madre de tiros largos, y los niños en paños menores (era la de la boina de lentejuelas). Y no era que ese día se les hubiese olvidado el bañata, no. Iban así todos los días. Señora, ¿no tiene usted un traje de baño para esas criaturas de Dior? Tanta lentejuela y tanta silicona y con los niños rollito hippy, no lo entiendo.
Una de esas mañanas en las que se supone que debería disfrutar de la maravillosa piscina,  mis niños juegan con los nuevos íntimos y el Currante lee y relee vete a saber tú el qué en su teléfono, Currita, me llama a gritos diciendo: - ¡¡¡Teno cacaaaaaa!!! ¡¡¡Maaaaaaamiiiiiiiií, que teno cacaaaaaaaaa!!! - Currita por favor no grites y no te preocupes porque llevas un pañal de agua y no pasa nada, le digo. De repente, veo a Currito que sale escopetado del agua y también me grita: - ¡¡¡Mamaaaaaaá, correeeee, miraaaaaaaa!!! Paris y Charlot y algún niño más, miran a Currita desde el bordillo con cara de queascomasgrandepordior. Y yo, que me resisto a creer lo que me estoy imaginando, me acerco lentamente a comprobarlo con mis propios ojos. Era cierto. Currita flotaba en agua marrón, y al sacarla dejó tras de sí un reguero del mismo color. Casi palmo, juro que tuve pesadillas. No digo más.
Hubo otro día en que de nuevo fuimos la atracción de la piscina. Os cuento:

Una casa en la playa: la piscina

Currita heredó los manguitos de Currito

Resulta que Currito llevaba manguitos para nadar. Con cuatro años es bastante normal. Su íntimo amigo Paris, de también 4 años,  ya no llevaba. Pensé que a Currito le daba igual, hasta que un día, de repente y sólo al grito de:- ¡Mami me quito los manguitos que ya no los nesecito! Mi querido Currito se lanza al agua, así, sin más. Y yo, que casi me da algo del susto, me tiro al agua tras él, sin percatarme de que llevo camiseta, chanclas, gafas de sol y a la pobre Currita en brazos.Supongo que las súper señoras y señoritas pensarían: ya está la pirada de la española haciendo el gilipollas.
Currito aprendió a nadar como un campeón, el solito, y encima me ayudó a salir del agua. Y Currita, como generalmente está en su mundo, le pareció que su madre era la mas divertida de la piscina. ¡Angelitos!
Hay que ver el poco sentido del ridículo que se tiene cuando no te conoce nadie. Esto es una de las cosas que más estoy disfrutando en Miami. Mola.

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