Una casa en la playa: lavandería

Publicado el 06 noviembre 2013 por Mamacurra @MamaCurra

Una casa en la playa

La casa en la playa era un apartamento en un condominio. Aquí, una casa siempre es independiente y un apartamento es lo que nosotros llamamos piso, aunque sea de 4oo metros. Los condominios suelen tener de todo. El nuestro era así. Tenía peluquería, tienda para perros, un pequeño súper, gimnasio, aparca coches, salones para fiestas y tantas personas trabajando como en un hotel.Pero estaba donde da la vuelta el viento y no teníamos lavadora en casa.En cada planta, había una lavandería con dos lavadoras y dos secadoras. Tenías que comprar una tarjeta y recargarla con dólares en un cajero que había en el lobby para poder usar las máquinas. ¡Comodísimo!  Imaginaos, salgo con la ropa sucia en bolsas de plástico (mucho más mierderas que las españolas), porque no había cesto ni barreño para este menester. Currito y Currita me ayudan. Un bote de detergente gigante también viene con nosotros.
Currita decide parar en medio del pasillo para investigar que contienen esas bolsas que transportamos, y mientras ella se entretiene sacando la ropa y gritando a quien pertenece cada prenda, Currito y yo seguimos caminando hacia el dichoso cuartito. Cuando descubre que se ha quedado sola, decide pedir ayuda llorando como si la mataran y dejando toooda la ropa esparcida en el suelo. Al oír los gritos, un vecino sale en gayumbos a ver que le está pasando a esa criatura abandonada en medio de un pasillo. Yo, que me estoy haciendo la sueca y sólo quiero terminar la faena, sigo a lo mío. Pero el colega empieza a despotricar, más que por los gritos de Currita, por ver lo que la criatura había liado. El vecino me regaña, me regaña mucho. No sé que pelotas dice, habla en alemán, pero el tono es de cabreo monumental. Yo sólo digo, al ver toda mi ropa esparcida y mientras Currito y yo lo recogemos, sorry, sorry, sorry y mil veces sorry. A todo esto, la innombrable de Currita degusta cualquier mierda que se ha encontrado en el suelo, una moqueta verde caca con vida propia, y nos mira como diciendo: ¡Qué exagerados!. (Pa matarla).

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