Cuando, como cada tarde, regrese su padre, Tomás se hallará en la ventana calculando si el sol desciende más rápido que de costumbre, exhausto de su lucha contra la noche. Últimamente le nota más cansado. Al escuchar el forcejeo de la cerradura sale corriendo para abrazar a su padre. Toca cosquillas y contagiarle su risa.
-¿Hubo suerte? -pregunta madre.
-Hoy tampoco.
Silencio.
Tomás sabe que las cosas no van bien, aunque no se lo cuenten, pero se duerme seguro de que su padre volverá a levantarse con energía suficiente para salir a la calle. Del sol no lo tiene tan claro.
NiñoCactus