Revista Diario

Una coartada perfecta...

Publicado el 09 febrero 2017 por Mtevico

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Por encima de todas las cosas, planeaba la duda.
Él tenía por cierto que a escasos cinco metros estaba la luz gris, lechosa de otra mañana, las farolas cedían su resplandor amarillento paulatinamente a medida que se alejaban del centro del pueblo. La calidez de la zona habitada, daba paso al frío y a la niebla que constantemente vadeaba el río.
En el entorno, la casa, se mostraba cálida, acogedora, con la vista desde el diminuto porche de madera blanca a su cuidado jardín, donde ella había plantado entre hortensias y magnolias, un limonero que bastaba para llenar las noches del verano de efluvios románticos que gustaba asociar infantilmente, con una bonita casa en el Mediterráneo , o en la Toscana, donde algún día cenarían a la luz de las velas, mientras disfrutaban de una tardía puesta de sol y una copa de vino.
Se revolvió en su lado de la cama enfadado, furioso consigo mismo por tener en cuenta todavía esos pensamientos.
En la calma del dormitorio, le llegaba la respiración pausada, tranquila, cálida de ella, confiadamente dormida a su lado, cubierta apenas con un delicado camisón que se le arremolinaba sobre su cintura y el cabello suave, castaño, siempre limpio y brillante que le caía sobre los hombros.
Era hermosa , al menos a sus ojos, incluso ahora cuando por efecto del calor del cuarto, se le formaban unas diminutas gotas de sudor sobre la pelusilla dorada de su labio superior y en la línea del crecimiento del cabello...Ella era puro deseo, belleza, inocencia...,o quizá no tanto.

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Capítulo uno:

Genia no estaba dormida, sentía la mirada de su marido sobre ella, intentando discernir si fingía o no el sueño, intentando introducirse en su conciencia, en su mente, absorber su esencia.
Sin embargo procuraba aparentar que estaba relajada, sabía que su vida dependía de eso, no podría bajar ya nunca la guardia, estar siempre atenta a sus frases de doble sentido, sus preguntas inquisidoras, sus sospechas. Y no solo por ella, también por Marco...su adorado Marco... Sonrió para sí misma mientras recordaba la última vez que estuvieron juntos.
La noche anterior había cenado en el porche con Bruno y juntos habían estado viendo folletos de viajes por el continente, a él se le veía impaciente, presionándola para que decidiese la fecha , el lugar, los detalles que parecían entusiasmarle, mientras Genia, no podía dejar de ocultar el frío y la impaciencia por terminar la cena y meterse en la cama a soñar con la mañana siguiente, en la que se encontraría con su amante.
El automóvil subía por la calle principal, a esas horas bastante concurrida, las madres abnegadas, se dirigían con sus niños a la puerta del colegio


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