La vida es un vómito, desgarrador y sublime. Arrojados al vacío, en búsqueda de una dulzura y angustia interminables, volvemos a él, nosotros, engendros de la nada.Aprendemos caminando que el amor no existe, se crea y que así como se crea, se destruye. Que las guerras y la paz son artilugios donde sólo descansa el odio de los hombres, que la mentira y la hipocresía acaban ganándole el pulso casi siempre a la sinceridad y la verdad, que las máscaras son un trampantojo donde se esconden los débiles para escudar sus puñaladas más patéticas y grotescas, y que mucha gente hoy no lleva ya una sola sino múltiples, que por varios chispazos de efímera felicidad llueven mil noches de cuchillos, que la palabra ya no mata, sólo duele y entorpece, que nos hacemos a todo, a la desilusión y a los afectos, que dejamos atrás a todos aquellos predadores de sueños, a las arpías que sólo buscaban halagarnos para atraparnos en una tela de araña, que las mentes insidiosas o aburridas sólo crean engendros en beneficio propio, que la soledad finalmente es más que un refugio, que la voluntad no se puede quebrar, que las cicatrices son marcas que nos condicionan y limitan el carácter, y que el tiempo no basta para curarlas sin manos que acaricien, alejadas de nuevos zarpazos. Que con el instinto, el destino y las casualidades no vamos a ninguna parte, que sólo cuentan los hechos, los billetes de avión en un correo para que vayamos a encontrarnos, los besos de verdad y no los que nunca nos darán. Que soñar es bonito, pero sólo en el futuro, que el presente aunque poco o nada nos guste, o nos llene por completo, a menudo atiborrado de falaces autoengaños es nuestro sólo instante y sería mejor verlo alejado de espejismos y enfrentarlo a realidades. Que la humillación y la falta de dignidad se superan cuando nos han engañado, cuando dimos algo parecido a una caricia y nos delvolvieron hostias, que una vez los sentimientos de culpa enterrados, somos más libres y estamos dispuestos a emprender nuevos vuelos. Que todos los hombres y mujeres son iguales, pero que aún quedan resquicios de esperanza a los que aferrarnos.
Ayer cuando hablábamos te dije que pese a todo hay que seguir caminando, dejar de mirar ya por el retrovisor, que yo me lo fui cargando a pedradas, que lo que fue y de lo que sólo sacamos como resultado fracaso, mentira y silencios cobardes, no sirve, que somos supervivientes, muertos o sombras de lo que un día fuimos, que el mundo no sé yo si es que esté loco, o que la cordura ya ha invadido lo cotidiano, lo sencillo, pero no con su mejor sonrisa. Que hasta la locura hoy va disfrazada para sacarle partido al propio egoísmo. Que yo hoy sólo veo la mirada triste, la risa boba, la acidulada pintura que reviste la incertidumbre y la escarcha del miedo. Y siempre me contestas lo mismo, que nos van matando las ilusiones y nada es peor que eso. Y te vuelvo a contestar que sigamos caminando aunque ya a orillas del camino nos hayan pisoteado todas las flores, y que si bien este mundo es una mierda, es el único que tenemos, aunque ya no tengamos ganas de luchar. Que sin tu boca me derrumbo, y las ruinas y el desaliento no los quiere ver nadie, que asustan los desencantados, que hoy dan miedo y apestan los que se quejan y dicen, así que es mejor, intentar seguir sobreviviendo, y mintiendo y dejar que nos mientan, porque a fin de cuentas es lo que la gente sólo está dispuesta a oír, más mentiras piadosas para seguir viviendo. ¿No crees?Mejor no hagamos planes. Mejor no.