Revista Talentos
Una cuestión de confianza.
Publicado el 23 enero 2011 por AnaperezllinaresEstos últimos días me he dado cuenta de hasta que punto la opinión de los demás puede influir en la nuestra propia y de como puede hacer tambalear tu confianza y tus principios.
Se trata de un tema complicado y largo de explicar, así que no quiero entrar en demasiados detalles, pero quiero utilizarlo como ejemplo para tratar de transmitiros a lo que me refiero:
Hace unos seis meses, junto a otra pareja, decidimos ayudar a una chica que limpiaba en nuestra casa y que por causas de fuerza mayor, tuvo que dejar el país. La relación que mantenemos con ella es estrecha y por lo tanto, decidimos ayudarla en lo que pudieramos, asumiendo las implicaciones que esto tenía.
En principio, la situación problemática debía solucionarse pronto, pero se ha ido alargando mucho más de lo esperado y la pareja que le hizo uno de los favores ha empezado a dudar de las intenciones de esta chica y se han echado atrás en la decisión de mantener el acuerdo al que habían llegado.
Ciertamente, la situación a la que nos enfrentamos es bastante rara, porque recibimos muy poca información y muy distorsionada. A su vez a aparecido por medio otra persona que, lejos de tranquilizar, ha generado mas dudas. Y para colmo, aunque yo llamo semanalmente a la chica y hablo con ella, la otra pareja pasa meses sin recibir noticias suyas. Este conjunto de cosas hace que a nuestro alrededor se empiecen a montar historias cada vez mas oscuras.
El caso es que tanto papá como yo, tomamos la decisión de que asumíamos el riesgo que nos podía ocasionar ayudarla y decidimos confiar plenamente en ella. Y hasta hace unos días nos hemos mantenido inamovibles, no dejando que las dudas de los demás nos afecten, aunque en ocasiones sintamos que puedan estar justificadas.
Pero hace unos días, después de una serie de coincidencias desafortunadas y de un par de conversaciones al respecto, sucumbí ante las dudas de los demás y dejé que me influyeran, dudando de esta manera de las intenciones de alguien a quien considero de confianza. Es asombroso como algo que hasta hace dos días me parecía normal, tras verlo desde otras miradas, puede empezar a parecer raro, incluso oscuro. Resulta asombroso como una persona a la que consideras buena y de confianza, de pronto se puede convertir en sospechosa.
Por suerte la situación duró poco, porque recibí un mail suyo. Tener noticias aclarando la situación que podía parecer tan rara y sentir de alguna manera que esa persona de la que estaba dudando era la misma con la que meses antes había compartido tantas cosas, disipó todas mis dudas.
A ojos de los demás, sus explicaciones no son del todo coherentes, pero para mí si que lo son. Y lo que tengo claro es que en muchos casos, la bondad o la maldad de las intenciones ajenas esta muy vinculada a nuestra mirada. Ante una misma situación, una persona que siente desconfianza, puede ver cosas raras y sospechar, mientras que para otra que la vive desde la confianza, todo puede parecer lo más normal del mundo.
Con todo esto, he llegado a la conclusión de que, llegado el momento de hacer favores relativamente trascendentes, hay que pensarlo mucho, valorar todas las posibilidades y sobretodo, confiar plenamente en la persona que recibe el favor.
Nosotros, tras esta situación, hemos decidido seguir confiando, aunque desde fuera nos den razones para dejar de hacerlo. A veces resulta muy difícil no perderse entre las opiniones ajenas, pero hay que tener muy claras las motivaciones que te llevan a hacer determinadas cosas y sobretodo, tener muy clara tu filosofía de vida.
A ojos de muchos, nosotros pecamos de confiados y temen que nos llevemos muchos chascos por ello, pero para nosotros existe algo mucho peor que ese riesgo: perder la confianza que tenemos en aquellos a quienes queremos y perder nuestros valores. Porque la vida continúa aunque perdamos muchas cosas, pero cuando nos perdemos a nosotros mismos, todo deja de tener sentido.
Y con esto no juzgo negativamente a quien entiende la vida de otra manera y resulta más desconfiado, ya que cada uno vive su vida como mejor le parece y es una opción tan buena o más que la nuestra, pero una vez más, insisto en la importancia de reflexionar acerca de nuestros actos antes de llevarlos a cabo, saber quienes somos y que somos capaces de hacer y obrar siempre en consecuencia, siendo coherentes con nuestra manera de entender el mundo.
Ante según que favores, a veces es mejor un no que un sí desconfiado. Porque, bajo mi punto de vista, todas las cosas buenas, las que valen la pena, deben salir del corazón.