Yo ya debería estar acostumbrada a los expedientes-x de mi vida, pero no: no dejo de sorprenderme con esos fenómenos paranormales que me acontecen de vez en cuando y que me dejan con el culo torcío.
Seguramente y si me leéis con frecuencia recordaréis el episodio de mi bolso arregla-cosas, ¿verdad? Pues bien, tengo una nueva historia que contaros.
Las dos últimas semanas han estado caracterizadas por fuertes lluvias e inundaciones en mi ciudad, y como Martín (mi coche) tenía un problemilla con los desagües, con tanta agua se acabó inundando. Cuando dejó de llover hubo que secarlo todo por dentro, limpiar las alfombrillas y pasar balletas súper absorbentes por doquier. El caso es que en esta limpieza a fondo descubrí algo que me dejó muerta: debajo del asiento del conductor había una bolsa de garbanzos. UNA BOLSA DE GARBANZOS, y encima abierta. Yo, que jamás he comprado/cocinado garbanzos, he estado no sé cuántos años conduciendo con mi culo serrano sentado sobre una bolsa de dichas legumbres. Bolsa que, todo sea dicho, no tengo ni la más remota idea de cómo ha llegado hasta ahí, si tampoco recuerdo que nadie se haya subido a mi coche con comida.
Y como podréis imaginar, me he quedado rallada y confundida. ¿Es una nueva maldición gitana? ¿Me han echado mal de garbanzos? ¿Es parte de un ritual satánico? ¿Alguien los puso ahí para bendecirme? ¿En mi coche crecen garbanzos? ¿Nos encontramos ante un posible apocalipsis garbanzo? ¿Nos están invadiendo? ¿Me ha visitado el hada de los garbanzos? (esta explicación me la dio @Eriborn en twitter y sin duda es la más tranquilizadora)
Sea como sea, ahora estoy paranoica y veo garbanzos por todas partes. Tened cuidado; de momento he descubierto que están ahí, entre nosotros, fuera de la olla... y puede que sea sólo el principio.