Revista Diario

Una decisión que me llevó a conocer el pueblo de Pradoluengo (Burgos)

Publicado el 18 junio 2012 por Israel_esteban @PsicoMarket
Una decisión que me llevó a conocer  el pueblo de Pradoluengo (Burgos)
La vida se nos plantea como un juego de mesa y sin pedirlo, nos disponen a comenzar. 
 Primero, la organización celestial selecciona al azar un vientre de mujer, que durante unos nueve meses te nutre con su cuerpo y con su alma. Poco después, sales de esa vasija de piel para comenzar en la casilla de salida. Y de repente ahí estás, eres un minúsculo punto sobre un tablero enorme, ovalado y azul. 
   Tras unos años de aprendizaje, no siempre el adecuado, empiezas a ser consciente por ti mismo de la realidad que te rodea. Diversas puertas se presentan ante ti, con los años y con la experiencia acumulada sabes de sobra que puerta te llevará a un amargo desenlace o a un dulce postre. Y en esta ocasión, es éste el caso.    Mi filosofía es decir “si” a la vida, “si” a las cosas. Aunque reconozco que hace quince años me tuve que leer el libro “Como aprender a decir no”, pero esa es otra historia. A principios de este año una amiga me recomendó que le acompañase a un taller de circo. Las ofertas de cursos de Logroño son numerosas y ésta es una de ellas. Y esa decisión, me llevó a que un día recibiera una invitación muy especial y acabar en el “VI encuentro de Malabares de Pradoluengo” fue la consecución de todas esas cosas.  Pradoluengo es un pueblo de Burgos, que durante muchos años se ha dedicado a la industria textil y que poco a poco se ha visto mermado por la crisis. Me ha resultado curioso descubrir que más del ochenta por ciento de los calcetines que se compraban antes en España, provenían de esta pequeña comarca de la Sierra de la Demanda. 
   Pero una iniciativa curiosa surgió hace ya seis años. Desde entonces artistas de todos partes se dan cita en este lugar. Tengo que decir que estuve tan entretenido, que apenas pude fijarme en la arquitectura del pueblo, ni mucho menos en los verdosos alrededores, propios de un clima lluvioso. 
 Un pueblo viviente, donde lo que importan son las personas. Los niños dan tregua a la tecnología y parecen haber olvidado las consolas. En cualquier sitio puedes encontrarte a uno lanzando un diábolo al cielo, a otro acariciando el aire con las cintas de sus cariocas y allí en lo alto de las escaleras de la parroquia, un grupo de adolescentes hacen un parkour minimalista y adaptado a las infraestructuras del lugar.   Y es que ver a todo un pueblo lanzando objetos de colores al aire, un pueblo entero dejándose llevar por la samba y la batukada frenética, te acaba contagiando aunque no quieras. 
En el albergue, en la segunda planta, avanzabas por el pasillo hacía el dormitorio. Desde lejos se podía ver un cartel rojo donde rezaba “habitación número ocho”. Ocho personas convivimos en esa habitación durante dos noches y a pesar de haber comido alubias no hubo incidente de ningún tipo. La experiencia me hizo recordar a los campamentos de mi infancia. 
Para terminar, agradezco a la organización el encuentro y saludo a todos los artistas que por allí se encontraban: Silver, Rafa, Los Kikolas, Maldonado (Ganso.info), Marina, Buluka, Maider, Gorka, Bárbara, Gran Rufus, Demanda Samba, etc. 
Os dejo aquí una galería de imágenes del encuentro: 
http://www.flickr.com/photos/76134212@N05/
Hasta el próximo año. Un abrazo.
Israel Esteban


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