Revista Talentos

Una difícil situación

Publicado el 16 julio 2011 por Ruben85 @Rumenez


Esta historia ocurrió una calurosa noche de verano, el joven, vecino de Marismas del Sur, llevaba unos meses saliendo con una chica de Sevilla. Ella estudiaba Ingeniería de telecomunicaciones, y de paso se sacaba un sueldo extra como interina cuidando a una niña. Él alto y fornido trabajaba duramente toda la semana, para al fin, esperar al viernes y con él viajar hasta la bella Sevilla, donde encontrarse con su amada.
Las once y media marcaba su reloj cuando tocó el timbre de la vivienda. Una voz suave se distinguió al otro lado de la puerta e inmediatamente abrió. Después de un largo día, ambos ya estaban cansados pero el simple hecho de verse, de encontrar sus miradas, de saborear los besos, reavivó su energía.
Una difícil situación.La casa se quedaba vacía debido a que los jefes de ella eran extremeños y salvo en contadas excepciones volvían a su pueblo natal todos los fines de semana. Y así, los enamorados encontraban la intimidad de un hogar para ellos solos.
Una sonrisa, a lo que prosiguió un fuerte abrazo y un largo beso. Ella tenía por costumbre que con la emoción subía la pierna derecha, doblando la rodilla. "Sube, estoy en mi habitación, hablando por el ordenador" dijo ella. Ambos subieron agarrados de la mano. Él soltó en la habitación de ella una mochilita con la ropa y se metió en la ducha.
Al salir del baño, le regaló un beso a su chica y le dijo lo bien que le sentó el baño. Conversaron durante un rato y ella cerró el pc. Comenzaron con suaves besos, delicadas caricias que pronto se convirtió en un deseo mutuo, desembocando en una batalla de hormonas. De pronto se oyó el timbre de la vivienda, y se cortaron de inmediato, ella inmóvil y pensativa, era al menos la una de la mañana ¿Quién podía ser? Ahora comenzó a sonar el móvil. Al cogerlo, los ojos se pusieron como platos. "Si ahora mismo bajo" Colgó el teléfono y mirandole con una cara extremadamente sorprendida le dijo. "Es él, es mi jefe" Ahora el compartía con ella la cara de sorpresa.
"¿No dijiste que hoy se iba?"
"Eso creía yo" Dijo muy nerviosa. "Vamos tienes que esconderte"
"
Ella se levantó de un salto, miró a un lado y otro de la pequeña habitación. Se dirigió a un pequeño ropero de ni un metro de ancho. Sacó varias mantas de la parte inferior del armario y casi empujando metió a su amado y le echó todas las mantas encimas. Entonces para él se hizo la oscuridad, un calor increible lo inundó y casi ni podía respirar. Entonces oyó a su novia, "Pero, ¿Qué es lo que le pasa a esto?" Ella se giró al armario, lo abrió y destapó al novio, el cual tenía la cara colorada del calor y la ausencia de aire. "La puerta no abre, parece que el pomo se ha roto" le dijo. Él se levantó rápidamente y fue hasta la puerta donde giró el pomo y en efecto, giraba pero no abría la puerta de la habitación. Intentó tirando con fuerza, pero sin éxito, no abría. Entonces el teléfono comenzó a sonar de nuevo. Ella estaba muy nerviosa, descolgó y otra vez eran sus jefes, ya impacientandose por la puerta de la calle cerrada. "No puedo abrir, se ha roto el pomo de la puerta de la habitación" Decía la chica con desesperación.
"Espera un momento, intentaremos entrar pero tranquilizate que no es nada" El jefe, llamó a la vivienda vecina y rogandole disculpas por la hora en que le molestaba, le contó lo que ocurría y el vecino aceptó amablemente prestandole una escalera y acompañandolo al patio trasero, que conectaba con el suyo y desde el que podía entrar a la vivienda. El hombre que era largo y espigado, fue muy ágil y saltó casi sin esfuerzo. Abrió la puerta de rejas que separaba el patio del salón de la vivienda y se dirigió a la entrada, donde abrió el cerrojo y la puerta. Su mujer e hija entraron y subió con la pequeña hasta la primera planta, donde primero tocó y luego abrió la puerta sin esfuerzo. "Parece que el pomo se rompió solo por dentro" Dijo con voz pasiva y tranquila. Ella no conseguía articular palabras, para darle las gracias y el tranquilizó diciendole que no había sido nada y que descansara. El hombre bajó al salón con su señora y la niña se quedó hablando un rato y después marchó a dormir. Una vez sola y tranquila en la habitación fue hasta el armario, destapó al novio, el que dio una gran bocanada de aire. Sudaba a mares. "Tendrás que dormir hay" susurró ella.
"Ni muerto" se quejó él, "si me quedo aquí un minuto más me voy a morir, me duele todo el cuerpo de estar encogido" Entonces decidieron que lo mejor era que durmiese debajo de la cama. El se metió con trabajo y como los pies le sobresalían ella le echó una manta encima.
Agarrados de la mano, ella arriba y el abajo, esperaron casi sin poder dormir hasta las seis de la mañana, donde caminando despacio y en cuclilla se marcharon de la casa. Una vez fuera es invadió la tranquilidad de estar fuera del hogar y de salir indemnes de una situación complicada que realmente sin haber echo nada malo, si que hubiese sido muy vergonzoso para ambos por las explicaciones que hubiesen tenido que dar.


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