
Es toda una señora.
Elegante. Guapa. Exquisito su gusto para vestir. Exquisitos sus modales. Inteligente. Fuerte. Una mirada franca. Una voz evocadora.
Tiene un puesto de poder.
Hoy estuve reunida con ella. Reunión de trabajo. Nada más verme, se acercó a mí. Nos saludamos.
Para ser exacta, no se acercó: me tomó de la cintura y pegó todo su cuerpo a mí.
Yo intentaba no ser consciente de su pecho rozando el mío, de su vientre en mi cadera, de su perfume, que me envolvía.
Intentaba no serlo, pero, no hay conciencia más clara que cuando se quiere prescindir de ella.
Le dije que me gustaba. Que era una suerte haber coincidido con una mujer como ella. Que la llamaría una tarde de estas.
Ella me dijo que por supuesto. Que le parecía genial.
Ella es una mujer estupenda, hetero y casada, y yo una mujer lesbiana que se hace fantasías acerca de un imposible.
O no?
Qué pensáis, queridos fantasmas?Sigue leyendo