No era un fantasma quien surgió entre la niebla, sino, su pálida imagen reflejada en las turbias aguas del
lago, mientras el cuerpo de Jack, se hundía en el obscuro barro del fondo.
El suave viento de otoño, se filtraba entre sus cabellos, al igual que cálidos dedos; acariciando dulcemente
su delicado cuello y meciendo el liviano vestido de novia.
Los tormentosos días pasados, se disolvían en una explosión de naranjas y rosados, en una hermosísima
puesta de sol. Una creciente placidez la penetraba, liberándola de la promesa adquirida…
Se sentó en la orilla, doblando las piernas sobre sí, como una niña, la misma que veinte años atrás, juró
un propósito.
De nuevo, su mente recreó los terribles hechos acaecidos en su infancia, pero en ésta ocasión, ya no
estaba escondida dentro del armario del fregadero, sino observando como lentamente las aguas, se
tragaban los últimos centímetros del automóvil, antes que la iluminase el neón del coche patrulla.
(Relato presentado al concurso Getafe negro). ¡ Felicidades al ganador !