Todo comienza en un bar, al calor de unos churros y un café, y la cercanía de un ángel.
En compañía de los vendedores, despertamos con la mirada puesta en el día por venir.
El frío arrecía, la luz es escasea, pero no por ello dejan de montar sus puestos.
Entre cajas, macutos y grandes bolsos, entre escaleras, andamios y luces de automóvil.
Desde la Puerta de Toledo hasta la Plaza de Cascorro, de la Plaza a la Puerta, por Ribera de Curtidores, por Carlos Arniches, por callejuelas de anticuarios. Todos comienzan la jornada.
En el lento caminar hacia el amanecer tomamos las fotos.
Nuestros pasos resuenan sobre el empedrado, allí y acá son acompasado con los ruidos característicos del montaje de estructuras metálicas.