Gota de humilde rocío
delicada,sobre las aguas del ríocolumpiada.La brisa de la mañanablandamente,como lágrima tempranatransparente,mece tu bello arrebolvaporosoente los rayos del solcariñoso.¿Eres, di, rico diamantedel Golcondaque en cabellera flotantedulce y blondatrajo una Sílfide indianapor la noche,y colgó en hoja livianacomo un broche?¿Eres lágrima perdidaque mujerolvidada y abatidavertió ayer?¿Eres alma de algún niñoque murióy que el materno cariñodemandó?¿O el gemido de expirantejuventudque traga pura y radianteel ataúd?¿Eres tímida plegariaque alzó al vientouna virgen solitariaen un convento?¿O de amarga despedidael triste adiós,lazo de un alma partida,¡ay!, entre dos?Quizá tu frágil belleza,quizá tus dulces colores,tus cambiantes y pureza,y tu esbelta gentileza,tus fantásticos albores,son imágenes risueñasde contento y de ventura,son citas de una hermosura,son las tintas halagüeñasde alguna mañana pura.Que acaso bella te alzasteentre el cantar de las avesy magnífica ostentastetu púrpura y oro suaves,y con ellos te ensalzaste;que acaso en cuna de floresviste la lumbre de día,y blando soplo de amoreste llevó una noche umbríaen sus alas de colores.Y en la rama sus pendidade un almendro florecienteoíste trova perdida,en el perfumado ambientepor los ecos repetida.Ruiseñor enamoradocantaba encima de ti,y junto al tronco arrugadooíste un beso robadoa unos labios de rubí.Misterios y colores y armoníasencierras en tu seno, dulce ser,vago reflejo de las glorias mías,tímida perla que naciste ayer.Pero es tan frágil tu existencia hermosay tu espléndida gala tan fugazque es un vapor tu púrpura vistosaque quiebra el ala de un insecto audaz.Mañana ¿qué será de tus encantos,de tus bellos matices, pobre flor?No habrá pesares para ti, ni llantos,ni más recuerdo que mi triste amor.Si tu vida fue un soplo de ventura,si reflejaste el celestial azul,no caigas, no, sobre esta tierra impuradesde tu verde tronco de abedul.Pídele al sol que con su rayo ardientedisipe por los aires tu viviro a un pájaro de pluma relucienteque recoja en su pico tu zafir.Que no naciste tú para este suelo,para trocar en lodo tu beldad;tú, más baja que espíritu del cielo,más alta que la humana vanidad.Quédate ahí pendiente de tu ramacual blanco mensajero de oración,que sólo verte la esperanza inflamay alienta al quebrantado corazón.Quizá al pasar un ángel solitariote cubrirá con su ala virginal…Si caes envolverá frío sudario tu forma vaporosa y celestial.
Enrique Gil y Carrasco(1815-1846)