Una historia incompleta- 2

Publicado el 03 marzo 2015 por Aidadelpozo

Ha pasado el tiempo. La mujer, perdida, ha recorrido caminos, visitado embarcaderos, amarrado su barco momentáneamente a puertos inciertos. Alguna vez ha regalado su cuerpo al hombre. Lo hace de vez en cuando y sólo cuando siente que necesita respuestas que sabe, por otra parte, que jamás obtendrá. De hecho, cada vez siente menos necesitad de encontrarlas. Tanto camino en el mismo punto, sin avanzar, ha secado sus ganas. Un día, sin buscarlo, encuentra un puerto acogedor y comienza a escribir versos.

Aquel hombre que mira por la ventana regresa sólo cuando se halla más perdido que ella. Sin duda es feliz, a su manera, una manera muy distinta a la que la mujer entiende por felicidad. Ella prefiere el riesgo de sentir el filo de la desesperanza antes que morir sin haber intentado vivir. Son muy distintos ambos, y ella se pregunta qué les unió y por qué. Un día él le dice que los poemas que ella escribe no están acabados. Que no son un adiós, sino un continuará. Ella relee los versos y maldice su arrogancia. Lo están, se repite, pues ahora llena su vida otro hombre aunque la mujer está herida aún y sus heridas tardarán en cicatrizar. Pero ese nuevo hombre, sabe que ella se curará con paciencia y dulzura. Su cuerpo gritaba y él acallará esos gritos como ella los suyos. Y ella sabe que le ama, con locura cierta. Jamás nadie la hizo sonreír tanto, jamás...

Un día claro, anticipo de los días brillantes de primavera, deja de recibir noticias del hombre. Es ese día y solamente ese día, cuando al fin se percata de que llegó a puerto, de que, en su deriva, cometió mil errores y de que, a pesar de todo, él no juzgará. Entonces odia. Como jamás odió antes. Odia por haberse convertido en una sombra y llora pensando que perdió un día su norte por amar al hombre equivocado, que perdió el norte de sus versos por un error, y de que, de seguir a la deriva, podría perder esa nueva oportunidad de luz que la vida le pone en su camino.

El hombre que la marcó sigue en la ventana, inerte. Quizás un día encuentre su norte, que nunca fue ni será ella. La mujer tal vez reciba noticias pronto y no esté todo perdido. De momento, ambos aguardan, navegando en distintas aguas, en distintas tormentas y con distinto rumbo.

Publicado en RELATO CORTO

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