Qué curiosa es la vida.Hay veces, cuando más enfadada estás con el mundo o al menos con una buena parte de él, por mirar hacia otro lado, por sentarse en la poltrona y dejar pasar el tiempo sin hacer nada, de repente llega un ser humano o muchos, como en el caso de la tragedia de Santiago, que se encarga de volver a ponerte en paz con los de tu especie, que se empeña con un gesto en volver a henchirte el corazón, y en hacerte devoto, nuevamente, de la esperanza.Hace unos días, la solidaridad llamó a mi puerta de una manera sencilla, llevando nombre de mujer y la foto de una cara amable en facebook. Áurea, una señora a la que me unió un día la sombra fresca de un tamarindo en forma de literatura, me pidió permiso para enviarme a mi dirección particular un libro de poemas. No solo le di consentimiento, sino que además me sentí abrumada, porque sólo el esfuerzo y el dinero del envío ya es para mí, motivo de agradecimiento y algo digno de ser contado. Pero la sorpresa me la produjo la historia que lleva detrás el libro, los protagonistas del gesto y el fondo que hay junto a ese racimo de poemas.Áurea vive en Requena (Valencia). Me ha demostrado que es una persona culta, escritora, ávida lectora y por encima de todo, buena. Con el libro que me enviaba, me ha hecho el enorme favor de presentarme al poeta, un señor de ochenta y cinco años, que escribe libros de poemas y los publica en beneficio de la Asociación de Enfermos de Alzheimer y del Centro Ocupacional de Requena. Y a la vez, sin darse cuenta, sin decirlo y sin pretenderlo, su envío me contaba cómo debe de ser ella, que tiene una forma particular y preciosa de colaborar en ese acto solidario, comprando libros y regalándolos a los amigos.Querida Aurea, no me siento merecedora de haber sido elegida por tu generosidad, pero te lo agradezco en el alma y por eso estoy hoy aquí, desvelando algo que tú haces de forma humilde, pero que creo que merece ser contado y destacado como historia, por encima de tanta fotito de vacaciones en Palma de Mallorca y tanto telediario justificando lo que nunca jamás debería ser justificado. Que pena me da, amiga, que sean ellos los que escriben el futuro y no personas como tú. Cómo sería el mundo de diferente si te dejaran contar tu forma de ver la vida, y te permitieran enseñarles a ser solidarios.Hoy, como Áurea, a mi también me gustaría presentaros a Leandro Arenas Domínguez, un poeta que escribe a beneficio de los que lo necesitan, un hombre que empieza su libro de poemas llamado "España en verso" con una dedicatoria que me rompe por dentro y me hace pensar, como decía al principio, que existe, todavía, un resquicio para la esperanza:"A mi esposa, que pasado el umbralque conduce al más allá,estará esperándome en lastranquilas estancias del cielo". Gracias Áurea, gracias Leandro por esta lección de vida.