Una llamada al respeto

Publicado el 23 junio 2011 por Hogaradas @hogaradas

Por Hogaradas

Enciendo la televisión y allí están, hablando de lo que han sufrido, de lo que están sufriendo, del acoso al que se ven sometidos por quienes los desprecian sencillamente por no ser como ellos, por no sentir como ellos, por ser “diferentes.”
Adolescentes que han confesado abiertamente sus preferencias sexuales hacia personas de su mismo sexo y que por ello, como si de un pecado se tratara, han de soportar la penitencia de un día tras otro de desprecios y humillaciones.
Estas son las cosas que me producen auténtica pena y dolor, que no seamos capaces de educar a nuestros jóvenes en el respeto y en la tolerancia, que pasen los ańos y todavía se siga practicando el insulto y la rabia contra quienes, por una u otra razón, consideramos “distintos”.
Yo que desde pequeńa he tenido que escuchar una y mil veces cómo me llamaban “gordita” sé perfectamente de lo que estoy hablando. Para mí nunca supuso ningún trauma y he tenido la suerte de haber vivido plenamente feliz, excepto, eso sí, en momentos puntuales en los que es verdad que hubo personas, a las que recuerdo perfectamente, que consiguieron hacerme mucho dańo; algunas tuve que esperar algún tiempo hasta poder ponerlas en su lugar, pero nada más que tuve oportunidad lo hice, otras se pusieron ellas solas, cuando ańos más tarde comprobaron que a veces eso de “no hay mejor espejo que la carne sobre el hueso” no está reńido con poseer además de otros, también un cierto grado de atractivo físico.
Pero como en esta vida de todo se saca algo positivo, tengo que agradecer a todos quienes en su día se permitieron el lujo y la licencia de intentar hacerme dańo por no tener sus medidas, además por supuesto de a mis padres, por su educación, el haberme convertido en una mujer respetuosa con todos quienes me rodean, porque jamás ha salido de mi boca ningún comentario de ningún tipo referente al físico de nadie, a su condición sexual, personal, social, ningún comentario con el que pudiera sentirse molesto, herido o que le indujera al malestar.
Ańos atrás, frecuentaba un gimnasio cuya dueńa había sido en su día también agraciada con algunos kilitos de más; convertida en una mujer con curvas y un tipazo espectacular me contaba entre risas como aquellos que ańos atrás ni tan siquiera se fijaban en ella, ahora babeaban a su alrededor deseosos de coger la más mínima migaja que cayera de sus manos. Dicen que la venganza es un plato que se sirve bien frío, y eso es cierto, solamente es cuestión de esperar que llegue el momento, y disfrutarlo.
A todos aquellos que por algún u otro motivo estén viviendo el desprecio de su entorno por ser “diferentes”, que habría que ver primero cuál es el prototipo de persona considerada “normal”, les diría que no se preocupen, que se quieran y se disfruten, que salgan a la calle con la cabeza bien alta, que no se molesten ni tan siquiera en mirar o escuchar a quienes considerándose en posesión de la verdad pretenden hacerles la vida imposible. Que miren en su interior y descubran todas las cosas maravillosas de las que son poseedores y que luchen por todo lo que sienten y por todo aquello en lo que creen, porque esto es solamente un momento pasajero, dentro de unos ańos una mera anécdota, y a nadie le importa ni nadie tiene ningún derecho a decirles cómo deben ser o cómo debe de ser su vida.