Una mañana al tacho

Publicado el 13 junio 2010 por 4nthony192

Es lunes. Acabo de lavarme la cara. Me miro en el espejo y pienso que quiero tener veintidós años todos los años, o sea para siempre. A veces discurro en ideas más estúpidas. Me desoriento por unos segundos en una creciente e inútil sensación de satisfacción con mi edad, mi cuerpo, mis impulsos sexuales y mis deformadas metas que, a pesar de mi edad, suelen ser escazas y malvadamente efímeras.

Enciendo la computadora portátil. Abro la botellita de agua San Mateo que me recetó el doctor. Bebo despacito mientras espero que se termine de prender la laptop. Arrastro mi dedito por la lectora de huella digital que me recuerda las impresiones de mis amigos y la envidia de la mayoría de ellos. Me dejo caer sobre la silla. Abro el Messenger. No lo puedo creer.

Una vez sentado me doy cuenta que hoy tampoco iré a trabajar, no tengo ganas. Probablemente esta vez sí me despidan. Me lo merezco, como también mis jefes merecen algo mejor. Además me importa un comino ese trabajito repetitivo, aburrido, que me va despojando de mi espíritu, que me roba el tiempo.