Una mariconada de deporte

Publicado el 11 abril 2011 por Martinherzog
Que me perdonen los homosexuales, mariquitas, gays, o como quieran llamarse a sí mismos los que comparten su intimidad sexual con un individuo del mismo sexo. Siempre he dicho que tiene que existir la tolerancia, y mientras no me salpiquen, que haga la gente lo que le venga en gana en la intimidad de su alcoba. Que no esté de acuerdo con que lo llamen “matrimonios” homosexuales, o me repugne la idea de que puedan adoptar niños, ya es otra historia que no tengo la intención de narrarles aquí, por no ser ni el sitio, ni seguramente de su interés, pero convendrán conmigo en que el término “una mariconada de…” no es una afrenta a dicho colectivo, sino la calificación de un algo como una ridiculez, algo banal o de cobardes. Sin malicia.
Coches de carreras, ruido de motores, vueltas y más vueltas. Con eso nos tendremos que conformar los amantes de la F1, que ya no de las carreras, porque lo que menos vemos en una digna carrera de autos, quedando ya en el olvido aquellos tiempos en los que se corría de forma viril, sin estar demasiado pendiente de ser un poco duro en la pista. Aquel duelo entre Villeneuve y Arnoux jamás se volverá a producir hasta que no cambien los mansos que mandan y sus ideas.
Hemos llegado a un punto en que ya no se deja libertad al piloto para luchar en la pista, donde el arrojo, la valentía, y la que es la esencia del nuestro deporte, la justa lid, vistosa, ardiente, arriesgada, gloriosa para el
vencedor y gloriosa también para el perdedor, están impedidas por los gerifaltes que dicen luchar por una F1 mejor. Paréceme lo contrario, y es que estos borregos de la FIA, llevan años dedicándose a hacer el deporte de las carreras de coches algo seguro, lo que no está mal, dedicando a ello mil invenciones técnicas, modificaciones de todo tipo en los circuitos, no teniendo cabida ya determinadas partes de ciertos trazados, y ahora, la parte que creíamos que nunca se iba a tocar, se está planteando: minimizar la dura lucha en la pista para que el accidente no se produzca jamás.
En lo poquito que llevamos de temporada he de confesar que he disfrutado, como siempre al inicio de las diferentes temporadas, saboreando los colores, las formas de los monoplazas, el deslizarse por el asfalto. Ya pasó. Ahora, que comienzo a ser más crítico, se me revuelve el estómago cuando le quitan a un piloto como Checo Pérez una bien ganada e increíble séptima posición, por haber tenido su coche un defecto de fabricación, y excedía el hueco del famoso alerón trasero en tan solo tres milímetros de los cien permitidos; no afectaba al rendimiento del coche pero sí que incumplía la normativa técnica, y ambos, Sauber y Todt lo sabían ¿por qué no recurrió el viejo Peter Sauber dicha sanción, que era más un formulismo que una ventaja? ¿porque no iba a conseguir nada? Pues al menos se intenta, campeón, porque con quien peor ha quedado Sauber es con sus patrocinadores y, sobre todo, con el piloto, al que ha traicionado doblemente, una al darle un coche ilegal, y la otra al no recurrir una injusticia.
También noto como la acidez hace su trabajo cuando un llorón Fernando Alonso se quejaba tras la carrera de que Hamilton hacía movimientos agresivos a 300 km/h. No sé donde le ha quedado la decencia al piloto español, pues no sé que pretende que hagan sus rivales ¿quitarse de su camino? Estamos en carreras de coches, y la obligación de todos los pilotos es tratar de quedar lo más adelante posible, y esto se consigue sin dejarte adelantar… sí, como hizo Petrov allá en Abu Dhabi 2010. Ya vimos como se las gastaba Fernando con el ruso. Evidentemente, al español le puede empezar a pesar la presión en cualquier momento, pues ya hace cinco años que va de fracaso en fracaso, víctima de sus malas elecciones de equipo, pero yo a lo que le sucede a Alonso lo llamo de una forma: mal perder. No confundir con la ambición o con que le pueda joder mucho que le ganen, y es que cuando al asturiano le dan un coche bueno, no tolera que los demás puedan ser mejores que él. Volviendo a la maniobra del famoso accidente, he de decir que no vi nada que me pareciese ilegal, por lo que no entiendo el por qué de la sanción a Alonso y a Hamilton. Tampoco entiendo la pasividad de unos y otros, en concreto de Hamilton, que decía que sabía que le iban a sancionar por su maniobra. Él sabrá por qué lo dice, y Withmash sabrá por qué no recurre una injusticia que le puede costar el campeonato (que eche la vista atrás y vea la importancia de un punto. Brasil 2008). Si los pensantes de la FIA quieren a pilotos que no cometan un solo error, que se callen como piedras, intachables dentro y fuera de la pista, que sean como máquinas, pues entonces que prescindan de los pilotos y que pongan a máquinas a manejar los coches de acuerdo a unos estándares, que no es tan complicado el asunto.
Cuando visionaba la carrera de Malasia confieso que me encontraba perdido, porque para poder enterarme de lo que estaba pasando debería estar armado de un papel y de un bolígrafo, anotando cuándo entra cada piloto en boxes, que ruedas pone, como terminaron las ruedas la sesión de calificación, si tiene KERS o no, si lo tiene cargado, si las degradaciones son mayores o menores que en la carrera pasada, para así saber el número de vueltas que podrán aguantar. Ahora también debemos tener presente que en cualquier momento nos cambian el orden de la carrera desde el muro, pues las órdenes de equipo ya son válidas. Un naufrago, así me sentía, sin saber si el primero iba primero o décimo, pues el segundo sí que iba segundo porque el tercero había puesto ruedas verdes o amarillas (hasta que le cambien el color otra vez), pero ojo, que el noveno trata muy bien los neumáticos y su coche tenía un cachivache que le permitiría tener más temperatura inicial en los neumáticos, para así ganar varias posiciones. Yo, espectador, me quiero sentar frente al televisor y pasármelo bien sin tener que estrujarme la sesera a cada segundo, que para eso, ya tengo mi día a día, con la guillotina de llegar a fin de mes a punto de caer.
Se les está olvidando en la FIA que estamos tratando un asunto que en esencia debe ser relativamente sencillo, una carrera de coches, donde el espectador puede disfrutar de un espectáculo que no sea complicado, con pilotos y coches rodando sobre el asfalto, con simplicidad. Yo, como televidente, debo conocer medianamente lo que estoy viendo, pero si para ello debo estudiarme una normativa técnica que cambia a diario, y una normativa deportiva extensa, farragosa, con mil supuestos diferentes, me declaro vencido, igual que Marc Gené, cuando alguien le preguntó “¿qué tipo de ruedas debe llevar en la salida de la carrera un piloto que se clasifica para la Q3 pero que no llega a tomar la salida en dicha sesión?”. Silencio.
Pongo un ejemplo, el rugby. Es un deporte con una normativa realmente complicada y extensa, difícil de asimilar hasta que uno visiona atentamente muchos partidos. Pero cuando termina el periodo de rodaje, se termina entendiendo y disfrutando plenamente de un deporte duro, noble como ningún otro, y complicado como pocos. Salvo alguna nimia excepción perdida en los años, el rugby no cambia, y el espectador lo puede seguir disfrutando sin tener que estudiar reglamentos nuevos cada diez meses, como sucede en la F1, que lo ponen todo patas arriba en cada nueva temporada.
Seguiré viendo y comentando la F1 porque es una de mis pasiones. pero está herida de muerte, víctima de su propia complicación. Aquí ya no sirven aquellos pactos de caballeros de los años treinta, aquí solo es válido todo lo que sea llenarle los bolsillos a Bernie Ecclestone. Jean Todt, como Presidente de la FIA, es un pelele de turno, que sabe que lo principal de su negocio es la F1, y que debe hacerle caso al dueño, pues él, el pequeño galo, no es más que un alma itinerante, que dejará su errático purgatorio un día, cuando alguien monte un campeonato paralelo, tan estúpido e imperfecto como el actual, pero eso sí, será menos perdurable.

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