En este Blog se ha hablado alguna vez de la necesidad de observar el mundo que nos rodea con una mirada distinta, la otra mirada. Sin embargo, no he tenido nunca claro cómo hacerlo y he sentido la tentación muchas veces de querer cambiar lo que me rodea. Hasta ahora, siempre he deseado acometer esa tarea solo o en compañía y había huido de los libros de autoayuda como de la peste negra.
No obstante, hará como un mes, me di de bruces en el correspondiente departamento de un conocido centro comercial con un texto que se ha publicado sobre la figura de Enric Corbera, un individuo que preconiza la exigencia de aplicar la no-dualidad a nuestras vidas. Lo cierto es que devoré ese libro con inusitada avidez y, por curiosidad, he visto varios de sus videos en Internet sobre la Bioneuroemoción, la Biodescodificación y la aplicabilidad del clásico "Un Curso de Milagros" a la existencia cotidiana.
Estas enseñanzas, conectadas de alguna forma con la Kinesiología que estudiaron en profundidad científicos como Diamond y Hawkins, señalan a la Consciencia Universal como la materia de la que está formado el universo y en la que, de alguna manera, todo está registrado y todo se sustenta por sí mismo. Se indica que todas las respuestas a todas las preguntas sobre el pasado y el presente pueden conocerse con certeza con un simple test muscular y que no es necesario investigar lo que somos dentro de nosotros mismos, sino en la imagen que proyectamos en los demás. Asimismo, la enfermedad sería algo inexistente que creamos las propias personas y de la cual podemos auto sanarnos cuando tomamos plena conciencia de la causa que ha originado nuestro malestar, la aceptamos y la perdonamos, si fuese necesario incluso con un sencillo ritual en el supuesto de se trate de algo heredado a través de nuestro árbol transgeneracional.Se alude a la física cuántica para demostrar que todos procedemos de un estado anterior al Big Bang, justo cuando estábamos unidos bajo un poder indescriptible. Después nos separamos, sin tener noción alguna de que continuamos compartiendo la misma materia de la que todo fue creado y que no hay ninguna diferencia entre tú y yo porque somos lo mismo.Por esta razón, el posible odio que yo pudiera sentir por otra persona sería el mismo odio que me tengo a mí mismo y sólo el amor incondicional constituiría el estado de máxima plenitud al que, de manera inconsciente, todos aspiramos aunque no lo sepamos, porque estamos sumidos en un sueño del que, finalmente, despertaremos en algún momento. En ese instante, el cuerpo, algo inexistente en el mundo real, dejará de ser necesario y desaparecerá.
En este escenario en el que nos toca pasar la experiencia de vivir, pleno de percepciones que crean nuestros respectivos egos, yo mismo soy el espejo en el que se miran los demás y viceversa. Proyectamos continuamente y esa es la base del error. No cesamos de juzgar a los demás sin saber que nos estamos juzgando a nosotros mismos. Culpabilizamos a los demás y a las circunstancias de todo lo que nos ocurre y esperamos recibir sin dar lo necesario. El universo nos devuelve justo lo que damos y no tenemos ni idea de que formamos parte de Dios porque somos también Dios e ignoramos el inmenso poder que existe en nuestro interior debido a que permanecemos en una ilusión basada en la separación. El objetivo es, por tanto, llegar a despertar algún día del sueño irreal e ilusorio que estamos soñando. Este mundo nuestro sería un conjunto de percepciones e interpretaciones, en el que cada "ego" aparentemente domina todas las situaciones y se encarga de que no nos falte nunca una dosis de sufrimiento o de culpa, sin la cual no somos capaces de afrontar lo que creemos que son problemas. No obstante, parece demostrado que el nivel de calibración de la Conciencia del planeta se ha incrementado en los últimos años, la espiritualidad avanza por momentos, aunque de manera lenta, y un rayo de esperanza ilumina, por primera vez en muchos siglos el camino de la Humanidad.La solución que se propone parece sencilla, pero no lo es. Significa un cambio radical en la manera de ver el mundo, tal y como ahora lo percibimos. Se trata de apoyar y asumir como propio todo lo positivo y aborrecer lo negativo. La clave está en el fomento de aquellos aspectos que elevan el grado de la conciencia y armonizan con la Consciencia, como es el caso del amor, la paz, la bondad, la compasión, la comprensión, la altitud de miras y el destierro del sufrimiento, la culpabilidad, el miedo, el odio, el ataque, la mentira o el enfrentamiento. No sé si he escrito aquí en el Ciberespacio que siento un enorme deseo de cambiar y estoy convencido de que la lectura de algunos de los textos del Dr. David R. Hawkins como "El Poder y la Fuerza", "El Ojo del Yo" o el más reciente "Dejar Ir" me van a resultar de mucha utilidad para abrirme el camino para superar en algo, al menos, el límite en el que se calibran los 200 puntos, punto desde el cual comienza una muy larga carrera de perfección hasta alcanzar la iluminación. Que así sea. Gloria in Excelsis Deo.