Revista Diario
Una peli, un libro, un tiempo
Publicado el 09 abril 2010 por QuiqueLa peli. La magnífica An Education (muy recomendable en V.O.). Entre otras muchas cosas, explica de qué trata vivir. Y explica de qué trata la juventud y la educación. La joven Jenny comprende al final de la peli que algunos consejos de sus serias, aburridas y adultas profesoras eran buenos. Pero hay algo que saben sus profesoras, que también sabe el espectador y que desactiva la moraleja: Jenny sólo puede llegar a esa conclusión después de haber vivido su excitante aventura juvenil. La juventud como aprendizaje, a menudo peligroso, en el que el rol del adulto es, más que nunca, estar ahí.
El libro. Se trata de El atizador de Wittgenstein, que ayer mismo acabé de leer. El 25 de octubre de 1946, en Cambridge, en una pequeña sala y ante un reducido y selecto grupo, en el que se encuentra nada menos que Bertrand Russell, Karl Popper se enfrenta a su rival, Ludwig Wittgenstein, acerca de la naturaleza fundamental de la filosofía. En un momento de la discusión, el nervioso Wittgenstein, más nervioso que nunca, agarra el atizador de la chimenea al rojo vivo. Los periodistas David J. Edmonds y John A. Eidinow se interrogan sobre lo que pasó ese día: ¿Wittgenstein amenazó con el atizador a Popper?, ¿alguien ganó ese encuentro?. En un trabajo de investigación que se lee como una novela policiaca, Edmonds y Eidinow nos llevan de la mano hasta este encuentro entre dos genios de personalidades arrolladoras, con el nacimiento y la caida del nazismo como escenario. El libro narra una manera de debatir irrepetible. No sólo porque el encuentro tuviera lugar en el epílogo de una lucha desesperada por conservar la democracia en Europa, después del nazismo y justo antes de que la amenaza del totalitarismo comunista tomara forma. Eso explicaba , como dicen los autores, que "en los asuntos importantes no era suficiente con tener razón, el ardor puesto en ello era vital". También porque esa forma de discusión intelectual a muerte es hoy en día muy dificil. El relativismo, la tolerancia y el respeto a todas las ideas y a todas las culturas, paradigma de lo políticamente correcto, asfixian cualquier debate. A menudo se invierte el valor de aquella máxima que decía: discutamos ferozmente las ideas, para preservar al hombre que hay detrás de ellas. Hoy una crítica de las ideas, y ya no digamos una crítica a los lugares (la región, el pueblo, el país, la nación) o a las costumbres del grupo te puede costar la integridad física de la mano de integristas de cualquier tipo (en su versión moderna y, ¿edulcorada?, esos grupos de facebook que sirven para que el grupo censure y amenace a las personas que no piensan como ellos). Hasta en los terrenos mucho menos pantanosos de la educación social una frase ha hecho fortuna entre profesionales: "¿no estarás intentando convencerme?".Exactamente lo que Popper y Wittgenstein pretendían. http://factorialossanchez.blogspot.com