Una puerta se cierra.

 Hoy han llevado a mi abuela a la residencia. Hoy ha salido por la puerta de la que siempre fué su casa, donde nunca va a volver.
Y la casa se queda vacía, en silencio, sin vida, pero conservando aún frescos recuerdos, olores, presencías...
En ella queda, enterrada para siempre una parte importante de mi. Una parte de mi infancia que se quedó allí atrapada, junto a mi abuelo. Por siempre.
En algún tiempo se venderá, desapareciendo por siempre de mi vida y llevándose con ella mil recuerdos...el recuerdo de mil noches, en las que me dormía cogida de la mano de mi abuelo, el recuerdo de mil mañanas en las que escondia las galletas para que mi abuela no me riñera por no desayunar, el recuerdo de tantos anocheceres de verano, escuchando junto a ellos la radio en el balcón...
Y pienso en que aún estoy a tiempo de abrir la puerta y sentarme un rato a despedirme de la niña que allí sigue. Para pasear con ella por las habitaciones guardando en lo más profundo de mi alma cada detalle. Y para dar un último y profundo abrazo al recuerdo de mi abuelo, tratando de que deje la casa y se venga conmigo....
Pero sé que no lo hará. Se quedará en su casa, junto a su nietecita. Porque ese es su sitio. 
Así que creo que és mejor mantener la puerta cerrada, dejar que todo siga en su lugar, que la vida siga su camino...
Quizás algún día me arrepienta de mi decisión, pero me aterra decir adiós para siempre a una parte tan importante de mi vida. 
Nunca me gustaron las despedidas....