Algunos años atrás casi me resultaba molesto que una obra de arte te pudiese producir una sonrisa. Supongo que andaba un tanto atormentado y esto me hacía pensar que el arte era algo muy serio que debe expresar grandes conflictos, cuestiones metafísicas... asuntos serios en general. A día de hoy esto ha cambiado y me atraen artistas como Souther Salazar que me producen muy buenas sensaciones. Éste nos cuenta infinidad de historias con una obra llena de luz, optimismo y de una aparente ingenuidad envidiable. Dejo unas poquitas imágenes que he tomado de su web y de la Jonathan Levine Gallery con la esperanza de que las disfrutéis tanto como yo.