Una vida nueva, de Lucía Berlín

Publicado el 11 agosto 2024 por Jimmy Fdz

Biblioteca Nacional S04E01. Así es, en una de esas bellas casualidades del destino, los astros han querido que yo deliberadamente terminara la temporada más reciente de los préstamos a Bibliometro con Manual para mujeres de la limpieza y comenzara la nueva de la Biblioteca Nacional Police Department (PréstamoaDomicilio) con Una vida nueva, de la misma autora. El presente libro es una recopilación de cuentos inéditos, de los cuentos por alguna razón no incluidos en los otros dos libros (Manual... y Una noche en el paraíso), y de un puñado de artículos/ensayos y diarios, además de rematarlo todo con un detallado apéndice biográfico en donde se pormenoriza tanto la carrera editorial/escritural de Berlín como los avatares de su interesantísima vida. Nosotros, desde luego, siempre encantados de seguir leyéndola.
El comentario en sí no va a variar mucho, dado que el libro que comentamos inmediatamente anterior a éste es, como ya dijimos, otro volumen de Lucía Berlín. Pero comencemos por Manzanas, el primer cuento de esta recopilación (y el primero de todos que escribió, el mismo comienzo de su carrera literaria): un cuento que es mencionado en otro cuento de Berlín, en el cual la narradora menciona que a nadie le gustó, ni en el taller literario para el que lo escribió ni en su entorno familiar/social; el hijo de Berlín, a cargo del apéndice biográfico, confirma lo mismo (incluso él mismo no parece muy entusiasmado), pero agrega que Berlín adoraba este cuento y yo me sumo, me parece un cuento bellísimo en sí mismo y además una contundente y elocuente declaración de intenciones de lo que sería su literatura posterior: encontrar la belleza en lo típico, en lo cotidiano, en la rutina, en lo aparentemente banal y anodino, en lo sin importancia, en lo que cualquiera se saltaría porque para qué hablar de un viejo entre senil y enérgico como un infante que dedica sus tardes a recoger las manzanas que caen en su patio; interesarse genuinamente en la magia escondida de toda persona, amén de ese profundo, de ese honesto humanismo de la autora, que halla perfecta correspondencia con esa mirada suya, tan incisiva como delicada, tan mordaz como sincera; y de su intención muda de dar visibilidad a la gente invisibilizada, marginada, postergada, olvidada: los viejos, los desempleados, los alcohólicos, los niños mal portados, las telefonistas, los enfermos, los enojados, los tristes y deprimidos, los solitarios...Acaso como una manera de visibilizarse a sí misma (incluso en su privilegiada infancia y juventud sufrió el azote de la soledad, de la indiferencia e incluso del desprecio, como se intuye en sus cuentos), de clamar al mundo "yo existo", "existimos", que existen y que merecen ser rescatados de la honda oscuridad en que han caído. Si bien pueden notarse diferencias clave en la prosa de sus primeros cuentos comparados con otras piezas de épocas más consolidadas (en cuanto a estilo y actividad escritural), cada relato brilla por mérito propio porque cada relato tiene un pedacito de alma de su autora, que de forma más, o menos, literal o explícita, se abre las tripas para verterlo todo sobre el papel, escribiendo con su propia sangre. Hay una suciedad y un feísmo sutil en cada cuento, incluso en los más bellamente escritos: es esa pulsión autodestructiva y redentora, el elogio de la imperfección, la celebración de la cruda resistencia, la digna aceptación (no idealizada ni romantizada) del fracaso y la derrota: somos lo que somos, para qué negarlo y disfrazarlo. Lo sublime en lo simple.Además de los cuentos, hay ensayos y diarios. Los diarios son más que nada apuntes, meras notas sin mucha elaboración que Berlín hizo en tal o cual viaje. Sirve, eso sí, para los chismosos, porque en algunos diarios la autora habla libremente de ciertas personalidades. Por lo demás, también sirve para conocer sus ideas y opiniones de manera más clara, porque obviamente sus cuentos no son retratos 100% exactos  de sí misma, ya sabemos que su vida es su inspiración y sus cuentos no son copias de sus recuerdos. Sus ensayos tienen más encanto y más composición, hablando de ella misma y además de otros autores que yo no conocía, lo que siempre agradezco muchísimo, y vaya que se ven interesantes las obras de Richard Brautigan, Jim Harrison, Paul Metcalf (todos los cuales tienen varios libros suyos traducidos al español, por si acaso).En resumidas cuentas, otro imperdible libro de Lucía Berlín. Última vez que se los digo: háganse un favor y léanla. Y disfruten, por favor.
Se da por hecho que los libros de la Biblioteca Nacional se piden menos que los de Bibliometro. Sumado al hecho de las numerosas y diversas sucursales extendidas a lo largo de la red de estaciones, que hacen más accesibles los libros sin importar mucho la ubicación, está claro que ir a una biblioteca, sea pública o privada, no es gran panorama para cualquier gentil, incluso si tiene una ubicación céntrica como lo es nuestra querida Biblioteca Nacional. Menciono esto porque en la ficha bibliográfica sólo hay dos préstamos, versus los infinitos de Manual para mujeres de la limpieza. Otro factor importante, sin embargo, es el tiempo: al parecer Una nueva vida lleva en la sección de Préstamo a domicilio desde marzo de este año, pero igual, considerando el merecido arrastre de Lucía Berlín, dos lecturas en cinco meses casi exactos es un poco poco, ¿no? Por lo demás, nótese la pulcritud y limpieza de la ficha, y de su diseño, claramente separadas ambas columnas con la fecha y el nombre del lector, con quince filas que llenar. Recordemos esto.