Una vida, pura vida (parte III)

Publicado el 08 septiembre 2011 por Kheldar @KheldarArainai

Después de Silvia fue cuando me dedique a conocer todo cuanto pude sobre meditación, visualización, estados de conciencia, relajación… Y los asuntos de las energías del ser y externas al ser, parapsicología y tal.

Hice un curso de masajista y empecé mi aprendizaje de la técnica de digitopresión japonesa (Shiatsu)… Lo que me recuerda que tengo que perfeccionar eso, por cierto.

También hice todo lo que un adolescente haría, hasta hartarme y sin excesos perniciosos (para mi suerte y la desgracia de muchos). No sería hasta más adelante que salí del bache estudiantil, pero eso todavía no toca contarlo.

Una de mis situaciones más reveladoras hasta la fecha ocurrió entre la tarde y noche del día 31 de mayo de 2008, y el día 1 de junio de 2008. Ahí tuve experiencias tan raras como cruzarme cinco veces con la misma chica y a la última de esas cinco decidirme a hablar con ella, y con la tontería incluso nos liamos.

No fue tan llamativo como el hecho de que hacía media hora -o poco más distaba de ese instante- que había conocido a un chaval que hoy por hoy es un muy querido amigo.

Este chico y yo nos recorrimos toda la zona de Bardales (la que dicen que es la única zona de fiestas de mi ciudad, aunque hay locales repartidos por otros lugares y tenemos cerca el corredor del Henares), hablando a diestro y siniestro con cualquier persona y sin más razones que la simple gana de socializar y divertirnos.

Pudimos hablar perfectamente con más de 200 personas dada la noche en particular. Alguno que otro de los antiguos robots sociales que conocí trató de sacar cuentas y para su lógica se hace del todo imposible conversar con tantas personas… Tanto mejor. Así no imitarán la situación intentando igualarla o superarla.

Acabaron colándonos en una despedida de soltero en el “Boss“. Más tarde sabría que una persona que conocí a través de una recién llegada al grupo de amigos que yo frecuentaba, en un futuro no muy lejano a ese momento; también vio ese strip-tease que Víctor y yo disfrutamos y yo logré grabar. Todavía conservo la grabación, de hecho.

Y todo eso lo he mencionado ya, en mayor y menor medida, a distintas personas en distintos momentos. Uno de ellos fue una entrevista a manos de David del Bass para su blog. Ahora voy con la parte que no suelo contarle a nadie con mucho detalle.

Me llamaron especialmente la atención tres detalles de la presentación de la bailarina.

  • El primero fue ver cómo se acercó a una persona del público, le dio un poco de atención y luego giró sobre sí misma azotándole con su melena.
  • El segundo fue que en cierto momento saca un bote y se embadurna el cuerpo con el contenido… Que era espuma de afeitar, nada más y nada menos.
  • Y el tercero, y más metafórico todavía… Ver cómo vertió un cubo de agua fría sobre el homenajeado y sobre el público. Yo escapé ileso y seco.

Recuerdo que no sé muy bien por qué, la mujer que hizo el strip-tease se dirigió a la barra del local al terminar y sirvió unas cuantas copas. Yo me acerque a hablarle, y le dije algo que según recuerdo debió ser similar a “debes estar muy segura de ti y muy a gusto contigo misma y con tu cuerpo para hacer esto, me parece admirable“.

No esperaba ni siquiera un gracias por su parte, acostumbrada como debía estar a que le dijeran de todo y no bueno precisamente. Recibí una sonrisa, un ratito de conversación, un pastelito de nata y un beso suyo. Para “compartir y limpiarme“, o eso decía… Para provocar es lo que me viene ahora a la mente. Mi primera experiencia directa con una mujer que me provocase a sabiendas fue esa.

Era muy distinto del tonteo que había ido llevando con las chicas de mi edad. Ese tonteo era algo más torpe y más aburrido, en el sentido de que a veces se hacia predecible o evidente el siguiente paso o lo que pasaría después… Aunque la inocencia, si podemos llamarlo así también tiene su punto. De la inocencia puedo decir que no había ni misterio ni tentación en el asunto en el mismo calibre que aquí… Pero si había interés genuino y deseo intenso, que son igual de buenos y necesarios.

Entre concretamente los 12 y los 18 años he acumulado seis años de salidas en planes que varían entre la diversión a cualquier hora con el grupo de amigos y amigas, viajes, fiestas improvisadas; y también pude experimentar y coger asco al mundillo de la noche y a los botellones. No ha sido ninguna sorpresa para nadie que le tomase asco.

De hecho, algunos puede que recuerden los artículos de Luigi sobre ligar de noche, sobre los borrachos y las borrachas… Pues es algo por el estilo, por ahorrar detalles. Así que aquí corto por ahora… Y la siguiente parte, será una sorpresa.

Kheldar