Foto CC -by Casia
Perdonad que haya esperado hasta Diciembre para publicar esta entrada. Ya sé que para el gran comercio las navidades empezaron en Octubre, pero, ¿qué le voy a hacer? Soy un anglicano tan conservador para los estándares de esta época que me atrevo a opinar sin apertura al diálogo que la Navidad viene después de Adviento. Por eso ahora, que aún estamos en Adviento no es tarde para que tengas una Navidad con sesera.
¿Qué significa la Navidad?
Como cristiano me alegra que la gente celebre la Navidad, si, con ello celebra alguno de los valores cristianos. La Navidad es primordialmente la llegada de la Esperanza, hecha persona sobre la Tierra. Concedo que para celebrar a Cristo como la Esperanza hay que ser cristiano; pero para celebrar la esperanza, con minúscula, en la la paz, el amor y el cambio solidario de un corazón de piedra a uno de carne basta con ser humano. Si es eso lo que quieres celebrar te regalo mi bienvenida.
¿La fiesta de los niños?
La Navidad puede ser la fiesta de los niños porque se celebra la llegada de un niño, pero también porque la esperanza, el crecimiento, el cambio constante a mejor son valores típicamente infantiles. Esperamos esos valores de los niños, no el conformismo, la dejadez y la mediocridad. Esperamos que experimenten, que busquen nuevos caminos, que observen atentamente e inventen nuevas maneras de soñar.
Celebrar estos valores significa algo mejor que cubrirles de regalos. También en los regalos habrá que pensar en fomentar estos valores, pero es momento de intensificar los mensajes, de estimular a todos a crecer. A todos, no solo a los niños.
El árbol de Navidad
El árbol de Navidad puede ser un lugar estupendo para colocar recordatorios y guardar tesoros. Un sobre pequeño, una tarjeta, un simple pedazo de papel y algo de cariño, no se necesita más.
- Una foto que inspire,
- Un enlace a una página que inspire,
- Un mensaje personal,
- Un poema,
- Una infografía de GTD,
- Una cita,
- Un viejo USB cargado de sueños,
- ¿Sigo?…
Regalos no significa consumismo
Papá Noel, San Nicolás, puede volverse loco estas navidades. No sé si conocerás la historia original. San Nicolás quería evitar que tres jóvenes acabaran en la esclavitud, pero su madre, muy orgullosa, no quería aceptar el dinero. San Nicolás lanzó tres monedas de oro por la chimenea.
Jesús recibió regalos de los Reyes Magos: oro, incienso y mirra, símbolos de quién debía llegar a ser.
Quizás deberíamos inspirarnos en estas dos historias:
Primero, regalo aquello que se necesite. Es Navidad y tendrán que aceptarte el regalo.
¿Qué no puedes pensar en nada que necesiten? Pasa mucho. Entonces céntrate en aquellos regalos que fomenten los valores que hagan que esa persona se transforme en quien debe llegar a ser.
Cuidado: No en quién tú quieres que sea, sino quien debe llegar a ser, y para adivinar ese secreto hay que observar y escuchar a esa persona. Y, ¡fíjate!, ya el simple hecho de escuchar a una persona es un regalo que estás haciendo a esa persona, y de los mejores.
Fiestas, no panzadas ni borracheras
Lo primero a recordar es que una noche estupenda no significa ardor de estómago, ni una visita a una atestada sala de urgencias. No te creas los anuncios irresponsables, no se arregla todo con una pastilla. Una comida con la que la barriga se sienta feliz ya basta y sobra. Tampoco está en la alegría arruinarse, ni esclavizarse, ni mucho menos esclavizar a nadie. Para que una fiesta sea feliz, todos deben ser felices.
Algo sencillo, bien hecho, quizás con un poco de imaginación y algún toquecito de especia. Eso es todo lo que hace falta. Tu mesa no tiene por qué ser un muestrario de dulces “¿tradicionales?”, ni una trampa mortal de grasas y carbohidratas. Salvo que seas un granjero medieval y tengas que salir al frío y a la nieve a rescatar tus corderos, es probable que no te hagan nada bien.
Lo segundo es que puede ser un buen momento para hacer explícitos tus sentimientos.
Que digas: ¡Te quiero!
¿Nos enteramos? Pues eso, aprovecha esta fiesta para decir “te quiero”, para inspirar, para compartir los sueños que tienes y para aceptar que otros lo digan. Quizás con un pequeño “ritual”, o quizás de forma informal. Algo sencillo, algo suave, algo real.
El knut
Cuando las navidades acaben habrá que recoger la decoración. ¡Fiesta! ¡Sí, fiesta minimalista! Ya que estás recogiendo, aprovecha para revisar tu habitación, tus cosas y venga a lanzar cosas inútiles. Ya estás en la brecha, ¡sigue! Anima a todo el mundo, que sea una fiesta, vuestra pequeña fiesta, y quizás sea momento para lanzar un pequeño mensaje, un pequeño recordatorio de que todo aquello que hemos celebrado y prometido, solo sirve si lo vamos poniendo en marcha.
Seis caídas y siete levantadas. Y sí, si intentamos ponerlo en práctica nos caeremos. Siempre pasa cuando intentamos aprender algo que merezca la pena. ¡Observa a un niño aprendiendo a andar! Se cae, pero no hace ninguna tragedia, se vuelve a levantar y lo intenta otra, y otra vez, hasta que le sale.
Quizás puedas darle una oportunidad a estas Navidades con Sesera que te ofrezco, a lo mejor salen un poquito mejor que las de la publicidad.