Cuando los viernes se pintaban de nostalgias que nadaban en las transparencias de un ballon de rouge, y las calles empinadas nos llevaban a la chambre de bonnede Goyo, y allí, todo era Bohèmedesde el béret rougede Margot hasta los labios de aquel carmín que yo dejaba traviesa en todas las servilletas y en aquellos lienzos, que desnuda, a pinceladas ebrias, en cartones de vino de quatre sous, concrayonssanguine, (porque eran más baratos) Jean-Chris jugaba a ser Picasso con mis caderas distorsionando mis líneas para venderlas por cinquante centimes aux Puces à Saint-Ouen. Cuando quererte era fácil y amarme un sueño, cuando la pasión era una mujer disfrazada de profecía, que no escondía misterio alguno bajo su sonrisa en ningún cuadro del Louvre. Cuando construirnos de nuevo otros sueños era tan fácil como soñarlos en cualquier estación bañada por la sempiterna lluvia de un París que nunca se mostraba hostil.Cuando en tus poemas, Beaudelaire et Verlaine, et Eluard, cubrían de melodías tu voz recitándome quimeras, sin necesidad de lunas, ni de estrellas.Cuando mi locura te quedaba grande, y decías hacer lo imposible para estar a mi altura, cuando ni sabía calzar tacones.Cuando aún no volaba por los tejaditos de cette ville de Lumière, buscando un Muso que me protegiera de ti.Cuando les Lilas et Le temps des cérises,eran aroma en la piel, y un fruto tan deseado como prohibido.Cuando aún creía en…Pero en este preciso instante en el que la memoria es testigo del tiempo que pasa, y la Bohème, es un callejón sin rumbo fijo, y tus versos una mortaja, y al oído Paris me musita, despacito, que hasta nuestros sueños de antaño hoy son pesadillas que me impiden dormir, sólo quiero que me abrace un cuerpo sincero, ése de los de enredadera de un patio andaluz donde se escuche una rumba, y la realidad ya no disfrace ninguna hipocresía bajo el manto de la manipulación que un anodino aguacero hasta pueda borrar.