El metro de París es una jaula de grillos, nadie anda en su sano juicio, y más ahora con las huelgas. Es lo que hay. Luego os sigo contando.Esta mañana tenía que estar bien tempranito a las 8h45 en una cafetería, en la que había quedado con el insufrible de Fernández antes de presentar el balance y los datos de un trabajo en el que ambos íbamos defendiendo ideas opuestas ante un proyecto común.
Yo salí medio zombi. Me levanté a las cinco y media, me preparé un café mega cargado, y aun así ni el palito del rímel conseguía levantarme las pestañas. La ducha esta vez fue como el agua que corre y resbala y no despierta… Le di al grifo del agua fría a todo tren, y ahí que va y la lanzo sin piedad por este cuerpo, y la cabeza como que reaccionó primero porque se me quedó congelada en un satiamén.Salí, tras tomarme el café mega cargado, me calcé los tacones malvas que me regaló la Lauri, y me puse una fardita malva también con un escotazo blanco y con mucho encaje de lencería.Cuando una es bajita, y sabe que siempre ha conquistado sentada a todo lo que le interesaba llevarse al huerto, no cambia la estrategia, y cuerpo para abajo ya se deja de tonterías y aprende a sacarle pimentón al canalillo, pa que nos vamos a engañar.Así que escotazo al canto, tacón moradito, y con un sueño arrastrao viejo y aromatizado de mal tiempo, ya lista, cogí la cartera, y llamé al ascensor.Esa es otra. Vivir en un séptimo donde aun quedan 3 pisos más para arriba, no llama a la tentación sino al cabreo. Joerrrr!!! Que a la hora que llame uno al pinche ascensor está ocupado y tienes tiempo hasta de rezarte un par de rosarios para ver si el día sale como Dios manda y con la bendición esa tan latina y de culebrón incluída.Reviso la agenda, vuelvo a casa para buscar el tabaco que me había dejado otra vez ligando con la taza de café, salgo, y nada. Espero taconeando en malva y por fin llega el deseado. Así he apodado a mi ascensor. En él, la pija del noveno y mi vecino guapo con el que veo todos los partidos del Barça contra el Real. Ambos somos de equipos rivales, y mira que lo pasamos bien tras los güisquis y las pizzas echándonos dardos envenenados.Pues bien. Llego ya por fin a la calle, y ya son como las 7 y pico, y me da un coraje que pa qué. No llego tarde, menos mal. Pero en el metro, yo ahí, escotazo con tetas bien puesto, encaje en su sitio, moñete bien hecho (como media hora haciéndole un homenaje a cuatro pelos) y va y me siento al lado de una mamma africana de lo más divina. Multicolor, sonriente, con esos trajes tan de ir por casa, que no sabe una dónde le podría meter mano, y su pañuelo haciendo un lazo en la cabeza, que les queda de la muerte, y además se hacen en un pis pas. Pues nada, saco
De vuelta a casa, ya es tarde, vuelvo a coger el metro. Y un caballero me tira los tejos.
Situación.
Moño como pa asustar hasta a la bruja de la Blancanieves. El escote ya no está en su sitio. ¿A dónde estará? Me asemejo a una lechuga de esas que no se quiere ni pa ensalá. Los cien años esos de soledad, parecen lustros… y ese caballero, pidiéndome el teléfono, que si me estaba esperando desde que nació, que si mi pie necesita un masaje, (es que esto de llevar muleta, no sabéis lo que da de sí, eh? A las desesperadas os aconsejo llevar siempre una en el bolso) que si la mantequilla de Karité… que ni me imagino las virtudes que tiene... y va y me duermo. Genín bien sabe que soy de desplomarme hasta en una silla en el minuto menos esperado cuando el cansancio me vence.El caballero me da unas palmaditas, y me doy cuenta de que me he pasado 10 estaciones.Me despido, le digo que soy viuda. Y que ahora estoy en pleno luto. Me deja su teléfono, y echo para atrás. Me queda un buen cuartico de hora antes de llegar a destino. Y ¡¡ay!! Hogar dulce hogar… y
La vida sigue....
Como lo prometido, es deuda; no os contaré ya nada tristón...