Cuando las aguas se retiran, aparecen los escombros y ruinas. Las alfombras del progreso no dan abasto. Debajo ocultamos las contradicciones de un modo de vida insostenible, basado en la ingenua creencia de que la naturaleza es infinita. Nuestras varas de medir ya no sirven. No funcionan porque las ignoramos. Miramos para otro lado. Hay que volver a observar los restos de la naturaleza para ver qué nos muestran. Los árboles suelen reflejar bien lo que ocurre. Y lo hacen precisamente cuando intentamos aniquilarlos. Del mismo modo que la sierra hace emerger los anillos del tiempo, los pantanos convierten a los árboles en indicadores del nivel de consumo y de la capacidad que tiene el entorno de soportarlo.