Revista Talentos

Uno

Publicado el 09 junio 2017 por Aidadelpozo

-¿Por qué estás tan seguro de que nada es eterno? ¿Quién te lo ha venido a contar? ¿Todos los que se equivocaron? ¿Aquellos que se conformaron, que decidieron tirar la toalla? ¿Los que no creen en el amor?

-No lo creo, lo sé, María.

-Sin embargo, César, me has hecho el amor como si no hubiera un mañana.

-Siempre amo así, no te he follado de una manera diferente a como lo hago con otras.

-No lo haces de ese modo, estoy segura de ello y no entiendo por qué quieres engañarme. Conozco cuándo un hombre ama de verdad... No sabes muchas cosas de mí, aunque afirmes que me conoces. No, no sabes casi nada. Hace años estuve enamorada. Solo guardo recuerdos maravillosos de aquellos meses que pasamos juntos. Fueron meses, sí, te parecerá extraño, todo acabó en un año y, a pesar de que nos tuvimos tan poco tiempo, fue el amor de mi vida. Podré sonarte rotunda, pero Alberto lo fue. No creas que no nos peleábamos. Lo hacíamos a muerte, éramos tan distintos... Sin embargo, habría dado la vida por él y él por mí. Un cáncer de páncreas que no dio la cara hasta que fue demasiado tarde, acabó con todo y nos jodió bien y, a pesar de ello, no hubo un solo día en que no nos dijésemos "te quiero". Me quedo con lo que vivimos durante ese año, no con lo que podríamos haber vivido. Ese futuro incierto que impide saborear los días, a nosotros no nos arruinó el viento en la cara, los paseos, los cines ni las noches abrazados en el dormitorio, amándonos. Al mes de conocernos, le diagnosticaron la enfermedad, pero no me importó. Pensé, "mejor un día que nada, una noche que nada, una caricia y un beso que nada, el roce de su piel que nada. Y así transcurrió un día y otro y otro, hasta que lo ingresaron. Juramos estar juntos, aunque más de una vez, cuando fue llegando el final, él me pidió que reconsiderara mi decisión. Un día me enfadé mucho con él y tuvimos una fuerte pelea. Le dije que el destino es quien decide lo que duran las cosas y que yo me quedaba, lo quisiera él o no... Sonrió y me llamó cabezota, a lo que yo respondí: "¿Cómo privarnos de estar juntos cuando hemos tenido la suerte de habernos encontrado? ¿Quién tiene el privilegio de conocer el amor? Somos afortunados, vivamos esto hasta el final". Aceptamos que aquella decisión significaría luchar contra corriente y contra el reloj, sufrir, llorar, maldecir, tener esperanza un día y que al día siguiente los resultados de las pruebas te la arrebataran. Sin embargo, ahí seguí. Teníamos una canción especial, nuestra canción. Nos gustaba el cine y un día, cuando los médicos decidieron que dejara el hospital y se fuera a casa para esperar el final al lado de los suyos, le pregunté si estaba cansado como para ver una película hasta el final. Era nuestra favorita y aquella canción formaba parte de su banda sonora. Nunca he escuchado mejor definición de amar que la que Nicholas Cage dice en esa película, Ciudad de los Angeles, y acabo de plagiarla hace un minuto, pero es que siempre fue así con Alberto. Un solo minuto a su lado mereció la pena. El duro final, las lágrimas, verlo partir... Todo por una sola caricia, un solo beso, una sola noche a su lado.

-¿Qué dice Cage?

-¿La has visto?

-No.

-Te explico... Él es un ángel y guarda la vida de una mujer. La ve en su día a día y se enamora de ella... Para poder estar con esa mujer, debe perder su condición de ángel... Apuesta por conocer el amor y decide abrazar la humanidad... Un ángel le pregunta tras perder él su condición de humano y morir ella al día siguiente de tenerla: "¿De haber sabido que esto sucedería, lo habrías hecho? Entonces, él responde: "Prefiero haber tenido un solo momento el aroma de su cabello, una caricia de su boca, un roce de su mano, que una eternidad sin ello. UNO".

-¿Crees que te he amado así?

-Me has amado de un modo diferente a las demás, me has amado prefiriendo tener una sola vez a nada... Y, como te acabo de decir, lo sé, porque lo he vivido.

-¿Y si así hubiera sido? Si no te hubiera hecho el amor como a las demás, si hubiera necesitado esa sola vez y sintiera que, de morir mañana, habría merecido la pena, ¿qué nos esperaría?

-Solo puedo decirte que vivamos. Mejor un instante que nada, tu mano agarrando la mía una sola vez, que nada; mejor vivir un segundo, que una eternidad sin haber vivido...


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