Estas personas, que físicamente no están aquí, y quizá, algunas de ellas ni siquiera, existan ya, y ahora ocupen un lugar, allí, donde las almas se reúnen. El que escribe, a esto, nunca lo sabrá.
El que escribe, desea la muerte, pero negocia con su vida para poder escribir un poema más, leer un poco más, llegar a otra mente una vez más. Escribiendo, leyendo, nunca se está solo, así, nunca lo estoy, en esta fría, obscura y solitaria habitación.
Solo he quedado yo, más escucho, al pasar, que si he de morir hoy, habrá suficientes brazos para alzar mí lecho marrón, suficientes invisibles amigos, que me llevaran a mi casa, allí, en donde no estaré solo.
Ahora, deseo escribirte, mas ya, no he de tener el valor, pues mi tristeza es tan profunda, que temo tus ojos, enrojezcan y en lágrimas se ahoguen, privando de su belleza, al resto que aquí se ha quedado.
Dejo, esas, mis últimas líneas, las que no he de escribir, libres a tu imaginación, hermosa imaginación, dejo mi deseo en el aire en aquella, no tan solitaria habitación.-- Blog Feed --