La economía cayó un 2,6 % el último año -o eso dicen y ya sabemos cómo es el tema con lo que se dice- lo cual sería una nimiedad si tomáramos en cuenta que los niveles generales de empatía, enamoramiento y afines cayeron más de un 45% en el mismo período.
Antes de antes de ayer, todo parecía venirse en picada -igual que hoy- hasta que vos y yo nos cruzamos y tuvimos la fatal idea de hacer un arreglo casi comercial: ya que el mundo se está desmoronando, armemos un pequeño mundito lejos de tanta desolación económica, emocional y física.
Todo parecía ir más o menos bien, o sea, todo lo bien que te puede ir cuando recién conocés a alguien: poco o nada de fuegos artificiales, nada de sentimientos profundos, menos que menos algún movimiento intenso que pronosticara alguna pseudo pasión o entusiasmo, nada de colorear fuera de los bordes.
Típico caso donde uno más uno fue igual a una hoja en blanco, en donde el tiempo estaba destinado a rascar lo de abajo del subsuelo, como si pudiese sacar algo más que polvillo.
No pasó nada muy loco, nada muy raro, es más, todo estuvo predestinado a morir antes de nacer.
En el año 2018 la economía cayó 2.6 %, los niveles generales de empatía, enamoramiento y afines cayeron más de un 45%, pero también fallecieron las posibilidades de que uno más uno -de los que se encuentran en la calle y se agarran de las pestañas- puedan brindarse algo más que un encuentro ficticio, preacordado, satisfactorio, con ganancia implícita, un encuentro con despedidas y bienvenidas, un encuentro al fin.
Patricia Lohin
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