A mí, lo que me sale
es llorar.
Sí, todo natural,
a moco tendido de mil paños.
Se me salen los torrentes
hasta por lo más inesperado.
Los del tipo mocoso
somos así, compungidos muchachos.
De vez en cuando
hay días
raros raritos
que quiero reír,
que descubro que
se me ha olvidado
ese pequeño olvido.
Pero renacer,
lo que se dice renacer
no renazco.
Ayer lo intenté.
Di unos pocos pasos
los justos para encontrar
un cielo destechado,
parecía nublado
(suele engañar la jaula de la niebla).
Cruzaba un semáforo
que lucía de rojo inventado
para llegar una diáfana curva,
de esas inexistentes
de razonamiento, y entonces
lo noté: un sentimiento
como de espuma que se me escapaba.
Yo quería reír, pero
que nadie lo notara.
Quizás por una cuestión de músculos
en movimiento, no sé,
también se escapó la lágrima.
¿Qué es esto? pensaba.
Levanta la cabeza ¡vida!
bien alta que acabas de renacer.
¡Arriba ese mentón
que tiemblen sus espadas!
Y se me escapó una risita
pequeña escondida migaja.
En ese momento decidí
que lo primero era respirar,
reconozco que
me hacía mucha falta,
por esas cosas del olvido.
De frente brillaban las luces
diurnas de una jaula
escaparate /cerrada y oportuna/
que me invitaban a recuperar,
al tiempo que me robaban,
la inversión gastada.
Floripondios de los ladrones
que hoy en día nos cabalgan.
Hay cosas que no tienen precio
pensé con mi consuelo frustrado
y con la cara magullada
de tanto movimiento tensionado
entre la risa y el llanto.
El optimismo es
un desaforado y tierno
agujero
en la garganta.
Ahora, bajo un techo
cubriendo la nada,
me miro en el espejo
y practico nuevas caras
como un clown
que se ha quitado
su bella máscara.
Esa con la que le decía al mundo
que aquí no pasa nada.
Algunas caras se saben
las respuestas
antes de ser preguntadas.
Como que no hay final
en los viajes de agua.
Por cierto, y que viva
el renacer
de la radio
porque hoy les escuché decir
que no hay peor poeta vivo
que aquel al que tanto aclaman.
vladimir fedotko
Feliz nuevo año