Es una bodega muy a seguir en las Rías Baixas, de la que ahora mismo destacaría su Igrexario de Saiar 2008 (en la foto, la iglesia de San Esteban de Saiar, alrededor de la cual se congregan las cepas), una albariño amorosa, de salvaje alegría domada por las lías, tanto gruesas como finas, con las manzanas como protagonistas, con un punto de chispa en la boca. Cepas viejas que te aportan aires de camomila, de pera limonera, muy fresco y goloso en boca. Caramelos Ricola, hierbas del monte, sedosidad, algo untuoso y, al mismo tiempo ágil y fresco en boca. Es un gran vino (lo será más con reposo en botella), que se puede comprar sobre los 8-9 euros.
El trabajo se completa con una larga fermentación a temperatura controlada y una crianza de 18 meses en barricas bordelesas de diferentes antigüedades y procedencias. El resultado es un vino que, incluso en su preadolescente 2003, conviene decantar y servir sobre los 12-13ºC. 13,5% para un color de brillante oro, con extrema sequedad, en nariz y en boca. Lavanda seca, orégano, cera en el panal. Es un vino elegante y sutil que te estará hablando sin parar, si tienes la paciencia necesaria, horas y días enteros. El intercambio de credenciales entre la viura y la madera es ejemplar, muy notable. Lo hueles y lo pruebas, dejas que los restos de la botella reposen y se magnifiquen: sabes que estás ante un vino de otro tiempo, hecho a la antigua, con oscuridad, con barniz, con madera que le dará estructura (jamás lo ocultará) durante muchos años. Se puede comprar sobre los 15 euros.
El vino se puede comprar sobre los 6-7 euros y se puede servir muy frío (sobre los 8ºC), pero yo recomiendo el ejercicio de tomarlo a la temperatura en que se tienen que tomar los buenos blancos, allí donde muestran su verdadera naturaleza. Sobre los 11-12ºC, Jo! se ofrece muy flojo en nariz, casi inexpresivo y plano, con una boca glicérica y un peso excesivo del alcohol para su 13%. Le doy tiempo a la temperatura adecuada, pero sigue átono en nariz y en boca muestra una untuosidad que no se corresponde en nada con el frescor y ligereza que uno le suponía a la verdejo. El trago no es franco y casi me recuerda a esas aguas que tienen una densidad y un peso mayores de lo habitual. No sé a qué sabrá la verdejo catalana, sí sé que ésta todavía no sabe a nada en concreto y que, además, está muy lejos de sus parientes en Rueda. La gran ventaja de este vino es que tiene un margen de mejora muy notable. Les deseo de todo corazón que sigan aprendiendo y que perseveren.
Sucesores de Benito Santos, no sé a quién deben esa inspiración, tiene un lema muy bonito en sus etiquetas. Está escrito en latín (ya sabéis que, de hace años, "colecciono" ese tipo de divisas en botellas de vino) y dice Congruenter naturae uiuere. Hay que vivir de forma conveniente (armónica traduciria yo) con la naturaleza. Digo "armónica" porque ellos han cortado un poco el texto de Cicerón del que procede la cita, De fin., 3, 26: Congruenter naturae conuenienterque uiuere..."de forma armónica y adecuada", aconsejaba Cicerón, quien proseguía diciendo que la gente sabia vivía, así, de forma plena, feliz y afortunada. Lo hemos olvidado casi todo en dos mil años de historia, pero si recuperamos el valor de ese lema y, en mi opinión, nos concentramos en trabajar mejor la tierra y las variedades más propias de cada zona, viviremos y beberemos mejor.
La foto de la Iglesia de San Esteban de Saiar es de Alfonso Fontán. La de Jo! pertenece a El País.