Con Andalucía por bandera
y Sevilla por nación,
desde niño alcancé el súmmum
eso que llaman pasión.
Pero un buen día de invierno
cuando la Pascua entra en Flor
conocería a una reina,
Reina de mi bendición.
La que alumbraría mi vida,
la que calmaría el dolor;
una mora flamenca
de las leyendas de amor.
La sonrisa inigualable,
el azahar con más olor;
la mujer de mis sueños,
el renacer de una ilusión.
La más hermosa hembra
de Susona, reencarnación.
Virginia se llama de nombre,
nombre grabado en mi corazón.
Te Quiero, Virginia.