Hacer planes cuando tienes hijos siempre implica un riesgo, es algo inevitable. Las vacaciones de Pascua son siempre especiales para nosotros, pues nos marca el inicio de la temporada playa. A partir de aquí damos carta blanca a cualquier escapadita a la costa, de fin de semana, o de puente. Pero este año nuestras esperadas vacaciones se han visto truncadas por una típica enfermedad infantil: gastroenteritis.
Rayo no es muy dado a padecerlas, creo que en sus 5 años puedo contar con los dedos de una mano las veces que la ha tenido. El lunes por la mañana se levantó con dolor en un costado, no le di mucha importancia hasta que se dejó el desayuno diciendo que le dolía un poquito la barriga. Uy, ¡alarma!. Pero en estos casos solo puedes esperar. El día lo pasó algo menos activo que de costumbre, aunque comió bien. Pero ya por la tarde unas incipientes ojeras y más dolor de barriga hicieron anticipar un malestar creciente. Y ya por la noche empezó la fiesta, ¡a vomitar!.
Ayer la cosa fue de más a menos, incluso por la tarde tenía esperanzas de poder hacer la maleta a toda prisa para salir zumbando esta mañana antes de que medio Madrid colapsara las carreteras. Pero algo me detuvo, no me fiaba, no las tenía todas conmigo. A pesar de tener apetito, y encontrarse mejor, una leve jaqueca también quiso acompañarnos. Así que decidimos abortar la operación vacaciones.
Hemos hecho bien, esta mañana ha amanecido con mucho dolor de barriga y otra vez ha vomitado. Así que tocan unas vacaciones relajadas, para recuperarse. Espero que ya mañana se vaya sintiendo mejor y poder organizar algún plan que otro. Lo bueno que tiene Madrid es que siempre hay algo que hacer o dónde ir, aunque llueva o truene.
Así que nos veremos por aquí estos días. Para los que podáis disfrutar de un cambio de aires, ¡buen viaje! y cuidadito con la carretera. No olvidéis llevar chubasquero y ropa de abrigo porque igual la necesitáis. Uno no sabe realmente el tiempo que hará, se anuncian lluvias pero la Semana Santa siempre es caprichosa.