Vacío doloroso

Publicado el 31 julio 2011 por Negrevernis

Ha desaparecido uno de los columpios de mi comunidad vecinal, el de la derecha, el del asiento rojo, ese que, casualmente, estaba ya cedido el verano pasado. Ha sido derrotado, y su ausencia duele como la extremidad amputada que ya no está, pero sigue haciendo daño... Su hueco está ahí, presente, en un vacío casi existencial y ha dejado abandonada a su pareja bajo la pequeña viga de madera. ¿Y para qué puede servir un columpio que ahora está solo? Un columpio impar se me figura inacabado y poco útil, tal vez objetivo de una larga fila de niños lloriqueantes en espera o de madres defensoras a ultranza y por encima de todo del derecho solemne de su retoño -único, especial, futura figura futbolística del país, tal vez- a retozar en el asiento único y rojizo del parque infantil. El columpio ha dejado un hueco que es como una balconada desde la que se ve, cerca, un esqueleto al fondo de otro par que se perdió hace dos años...
- Mamá -llama Niña Pequeña-, ¿para qué quiero un parque que no es parque?
- Hum.