Da la impresión de que ese ruido, la vibración que produce ese ruido fuese a ser suficiente para hacer caer los cuadros de las paredes, las figuritas de las repisas, los libros de las estanterías… como si la ley de la gravedad se aliara con los armónicos para hacer la revolución, para lanzar el grito al aire al menos; no digo al cielo ya, al aire simplemente. Proclamarlo al menos. Temblar y hacer temblar. Violencia leve y con sentido. Como en el sexo. ¿He dicho revolución? Bueno. Eso.