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VAE: 01. Cenizas en llamas.
Publicado el 28 octubre 2013 por JonmcgeesCreo que no es momento para empezar por el principio de toda la historia más que para contar una vida de una persona. Todos sabemos que tenemos momentos traumáticos en nuestra vida o cosas que nos gustaría contar pues puede haber sido de lo mejor de nuestras vidas. En todo caso no es el tipo de historia que quiero contar. Vivo en el presente y esto es como un diario para mí. Habrá días que parezcan muy buenos, otros muy malos, y otros que olvidaré al poco tiempo. No pretendo innovar en la vida de los demás, quiero contar mi historia. Todos los momentos que han sido importantes en nuestra vida vienen en forma de recuerdo cuando ocurre algo muy parecido o muy contrario, y es ahí donde quiero llegar. Una vida, una historia que contar.
Me encuentro a sábado por la tarde, y ayer hubo una fiesta por todo el pueblo. No ha sido diferente a lo típico que suele haber todos los años. Quizás el año pasado me lo pasé mejor, o quizás no. Sinceramente no me acuerdo de ese tipo de cosas.
La fiesta daba comienzo a la medianoche, el pueblo se llenaba de jóvenes con botellas de alcohol preparados para beber y bailar. Volverse locos y pasar un buen rato. Supongo que es lo normal en fiestas, no soy quien para discutir cómo va una. El primer día había un concierto de un grupo poco conocido, por tanto, la fiesta comenzaría una hora después. Más o menos. Me arreglé y quedé con los otros amigos que fueron conmigo, más tarde. Estaba claro que no todos íbamos a ir a ese concierto. Al final, acabamos una amiga y yo esperando sentados hasta que acabara el dichoso concierto. Aburrido. Y si, en singular. Creo que a ella le gustó el concierto después de todo, yo no podía decir lo mismo, no era el tipo de música que yo solía escuchar. Tampoco le presté demasiada atención.
Pasó un poco de tiempo y fuimos a nuestro sitio. Sacaron alcohol y tocaba beber. Esa noche quería beber, no supe por qué pero me apetecía. Tomé poco pero al parecer me subió rápido. Estaba demasiado tonto. Yo suelo ser tonto de por sí, aunque hay veces que tengo malos días (como todos, supongo) y estoy más espeso. Bajamos a bailar. No supe por qué pero mi mirada se iba hacía a alguien que bailaba con nosotros. O quizás, simplemente, cerca. Era una chica bastante guapa. Quizás demasiado. Creo que es la primera vez que me fijo demasiado en la sonrisa de una persona pero esa, en especial, me encantaba. Me parece una de las chicas más guapas que haya podido ver hasta la fecha.
Dejamos de bailar y fuimos hasta nuestro sitio de nuevo, una de mis amigas se me acercó para decirme que habían visto a otros amigos. Quería ir. Cuando se lo dijimos a la otra amiga creo que le gustó mucho más. Creo que ella solo vino para ver a una de esas personas. Bueno, tanto como eso no, pero creo que era lo que más le apetecía. Es lo que tenía el amor. Perdí a la primera amiga entre tanto barullo… -Creo que lo mejor va a ser poner nombres a las personas porque si no… me voy a liar hasta yo-. Me quedé al lado de Alba, la que quería ver a las otras personas como una loca, nos encontramos con Susana e Isabel; Con Isabel ya estábamos antes pero fue una de las que acabamos por perder, así que no la saludé, pero me abracé a Susana. Hacía bastante tiempo que no la había visto. Alba también le saludó de la misma forma, diciéndole después que quería saludar a los otros. Isabel no quería así que se quedó con otros mientras nosotros tres fuimos a saludar a los demás. De lejos solo pude definir bien a Pablo y Carlos, yo saludé primero a Carlos; al parecer, él se alegraba mucho de verme, se me hizo curioso. En cambio Alba fue corriendo a por Pablo, al que abrazó un buen rato. Creo que lo estaba deseando. – A ciertas personas no las acerques, tú sabes de quién te hablo. – Me susurró Carlos. – No, no lo haré pero algún día tendrás que hablar con ella… digo yo. – Le respondí. Sabía que no se podían ver desde que cortaron, quizás aún era muy pronto para ellos. ¿Meses? No sabía con exactitud pero no haría más de tres. O quizás sí. Tampoco estaba muy metido en aquel tema, sabía muy poco. – Algún día… algún día. – Termina y se ríe. Me hace gracia por lo que yo también rio. Confío en que lo acabaran por hacer algún día. Hablar, acabaran hablando. He de decir que hasta por mi pensamiento puro y casto se ha pasado la ligera idea de dos personas copulando para arreglar las cosas. Aunque nunca se sabe como acaban por arreglar las cosas dos personas. ¡Nunca se sabe! En ese aspecto espero tener más suerte y no tener que acabar con mi pareja, que haya tensión sexual, que nos odiemos y todas esas cosas. Yo soy positivo y pienso que acabaré como amigos. Ahora mismo mi voz interior me grita para llamarme iluso y yo le digo que se calle, quiero soñar.
Al final tengo que optar por saludar con la mano a Pablo y coger con fuerza a Alba para irnos de allí. Mi intuición me hacía llegar a pensar que ella estaría allí solo para verle, ahí, cual tonta. Qué hable y se ría él, que ella iba a estar mirándolo. Algún día acabaría por descubrirle, pero como soy buen amigo y no quiero que la pase mal después, la cojo y me la llevo. La conozco demasiado. Me acuerdo de que me he dejado a Susana allí. La saludo de lejos y me mira con cara asesina, me río. Creo que estoy un poco bebido porque casi me topo con una persona y no he sido consciente de que era una amiga mía. No muy lejos veo a Julia, la que nos dijo dónde estaban los otros pero no se vino con nosotros, o quizás sí, pero la perdimos. Alba corre para contarle que ha estado con ellos. – Está loca… - Susurro y alguien me toca el hombro. Es Isabel, la cual se le ve bastante tocada. Creo que ha bebido demasiado.
Creo que todo lo que pasa en unas horas no es de suma importancia, imagino que la noche pasa bastante ligera. En un rato acabamos bailando de nuevo, Isabel se vuelve loca y baila de una forma que no la espero. Nadie la espera. Vemos a otras dos amigas que también están muy tocadas pero que les sienta bien beber (Mejor que a ella). Mi mirada busca la de otra chica que no está por ahí. No sé si preguntar por miedo a que piensen cosas extrañas, así que opto por no hacerlo. En su lugar acabo viendo a otra chica a la cual le doy dos besos. Un letrero pasa por mi mente: “Primer amor”. Y creo que eso es algo que se me pasa por la mente cada vez que la veo. Dejó de gustarme hace años atrás pero siempre la veré como la chica más guapa que jamás haya visto. Mis pensamientos me dicen que la invite a bailar, supongo que sigue existiendo aquella llama dentro de mí. Eso de: “Dónde hubo fuego, cenizas quedan.” Para mi sorpresa es ella la que me pide bailar, me vuelve a repetir el mismo comentario que habré escuchado unas diez veces en toda la noche, estoy demasiado guapo, he adelgazado mucho. No sabré qué responder a eso jamás. Un “Tú también” es evidente que no sirve. – Yo no puedo decir lo mismo que tú, siempre vas a ir guapa, así te pusieras una bolsa de basura como vestido. – Respondo. Creo que sirve. No sirve para todo el mundo pero creí acertar para esa persona en especial. Lo malo es que no sé dar cumplidos sin ponerme nervioso. Así que me sonrojo y empiezo a soltar comentarios que, quizás, no tengan que ver. Me acaba diciendo que me calle y que baile.
Después de un rato una chica pasa por su lado y le dice de moverse hacía otro lugar. La conozco porque también es amiga mía, se despide y se va. Me quedo feliz y satisfecho. Creo que, después de todo, la noche había salido más bien de lo que esperaba. – ¡Despierta! – Me grita la voz que dice ser mi consciencia en ese momento. Y volvemos a salir de la pista de baile. Algo me decía que esa sería la última vez en esa noche que pisaríamos aquella zona. Y no es que fuera adivino, es que algunos amigos ya empezaban a marchar hacía sus casas. Sin ir más lejos de todos los que éramos quedábamos unos ocho a lo bruto.
Nos reunimos todos para acompañar a otra chica que parece estar bastante mareada. Isabel se pasa de pesada y se toma muy a pecho el guantazo que le doy de broma (Y sin querer), así que me lo devuelve varias veces. Yo le devuelvo las mismas veces. Y seguramente si alguien viera aquello podría pensar aquello de: “¿Cómo le das a una mujer?” Y yo contestaría que soy un igual a ella. No es distinción de sexos, somos personas. Son cachetadas y no puñaladas. Son cosas que no dejarán marca. Y al igual que ella me pega, yo también lo haré. ¿Acaso debo dejar que me pisoteé porque piensen que la mujer es inferior? No pienso así y no lo haré nunca. Y hablo de cachetadas. Está claro que si vamos a golpes mayores no pasaría lo mismo. Pero no pasaría lo mismo ni con una chica ni con un chico. Yo no golpeo de esa forma. No me gusta la violencia.
Susana intenta poner paz entre los dos. Acabamos por alcanzar a Sonia y los demás. Una chica acaba echando el vómito unas cuántas veces. Isabel se despide porque está cansada. Nos despedimos de Susana, la cual se queda con su amiga, y yo vuelvo a la fiesta con Sonia, su amiga y Celia. La última chica es una con la que vine primero. De las primeras que perdí de vista. Pero el paseo dura poco porque al final decidimos volver. Nos recogemos. Lo cierto es que yo también estaba bastante cansado.
Y bueno, después de todo lo sucedido aquel día, muchas preguntas acabaron por formularse en mi cabeza. Confusión mental entre dos personas. Aunque me lo solucioné fácil con el que nunca conseguiría nada con ninguna de las dos chicas. Luego me pregunté si eso mismo estaría pensando Alba de Pablo. Estaba claro que ella estaba igual o peor por aquel chico. Había veces que me daba mucha pena porque se ilusionaba con tonterías pero se desilusionaba también por las mismas. Luego me disgusté por el odio que se tenían Carlos y mi amiga (María). Pero supuse que nunca se arreglarían. Entendía el dolor que se habían llegado a hacer pero también me molestaba el hecho de que ambos parecieran pasarnos el odio hacía la otra persona. Una cosa es desahogarse y otra muy distinta era querer inculcar algo a otra persona.
Al despertar, mi móvil tenía varios mensajes, pero el más desconcertante era el de Isabel. Me molestó mucho. Tanto que la bloqueé. No me gustó la forma en que me recriminó el darle una cachetada, dado que ella también las dio, por tanto preferí no entrar al trapo y dejar la cosa pasar. Ante amenazas mejor pasar un tupido velo y hacer que la otra persona hable sola. Siempre diré: Puedes escuchar palabras hirientes pero tú eres quién decide qué hacer con ellas. O las deshechas o las guardas para ti. Tu decisión.