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VAE: 05. Ya no es como antes.

Publicado el 22 noviembre 2013 por Jonmcgees
VAE: 05. Ya no es como antes.
¿No os ha pasado que tenéis días en los que sois demasiado observadores? Pues creo que hoy tuve uno de esos. Salí con mis amigos y me lo pasé bien, no estuve todo el rato pegado a ver qué hacían los demás y olvidándome de mi propia vida, pero sí que estuve muy atento. Todo hay que decirlo. Y no es que haya hecho descubrimientos de esos con los que no pueda dormir por la noche, pero si cosas con las que plantar teorías. Yo soy así. He tenido un pasado de quedarme colgado de la tarde viendo programas de cotilleos. Quizás haya sido el único que ha se ha quedado ahí porque su cerebro o conciencia ha preferido mirar la televisión, escuchando rumores y noticias de personas que ni conoces ni te interesan. Pues hay cosas que se te pegan. O quizás lo llevo en la sangre, la cosa es que lo hago y me da igual ser el único.
Hace un tiempo descubrí que uno de mis amigos había confesado haberse sentido atraído hacía otra amiga. Me pilló de sorpresa, no me lo esperaba para nada. Siendo sinceros, es como si ahora mismo viniera mi madre y me dijera que nos vamos de viaje. Algo así. No te puedes esperar ese tipo de cosas. Y no, nunca me he ido de viaje (fuera del país), soy triste, lo sé. Creo que en el momento que me contaron aquello reaccioné poniendo la típica cara de sorpresa, colocando después las manos en aquella boca que se te dibuja una “O” gigante.
Hoy tocaba día de feria y creo que iba gente a la que no veía desde hace mucho tiempo. Mi único deseo era que Celia apareciera, y no era porque los demás no me cayeran bien, porque si lo hacían. El caso es que tenía miedo de haber perdido tanta confianza con todos que me quedara seco. Además que, sabía que acabaría de sujeta velas y eso si que lo odiaba. Creo que, este año me estaba luciendo con ir a la feria ya que era mi segundo día en la misma semana, aunque seguramente no la fuera a pisar nunca más en ese año. Para nuestra sorpresa vemos que hay una nueva atracción colocada junto a las típicas que ya estaban. La denominada “La Masa” en la que aparece “El hombre verde”, unos caballos que daban vueltas, el típico potro, coches de choque y demás. La nueva eran unas tazas a modo de montaña rusa, aunque una montaña rusa menos grande. Era floja pero fuerte para estar ahí. Era una feria y no un parque de atracciones, para entenderse mejor.
De gente que puedo haber nombrado antes estaban: Celia, Héctor y Ana. Nuevos: Juan y Michael, que eran pareja, y Adrián, el novio de Ana. Era raro pero hoy no había salido con Alba, raro porque suelo ir a casi todas partes con ella, somos uña y carne. ¿Conocéis a los típicos mejores amigos pegajosos que cualquier pareja acaba sintiendo celos de la otra persona? Pues seguramente nosotros somos como ellos. Aunque nosotros somos un ejemplo algo más inocente. No creo que nadie pueda llegar a pensar eso sobre nosotros.
Sin darnos cuenta el novio de Ana se había despedido y se había ido. Se agobiaba con tanta gente (Era un día especial, todo era más barato y estaba lleno. Ya se sabe, lo barato es más llamativo siempre). Compramos el billete para una atracción, la nueva. Empezamos a guardar cola y en la mitad ya estábamos desesperados. Seguramente no fuéramos a montarnos en otra atracción en aquel día. Y aquí llegaba lo bueno, entre tonterías y tonterías con la pareja y Celia, mis ojos se iban disparados hasta las cosas que le hacía Héctor a Ana. Era curiosa la forma en la que la abrazaba o le pasaba la mano al hombro de ésta. Todo parecía demasiado cariñoso. Yo sabía que ella lo vería como algo normal, en plan amistoso, pero aún así era extraño. Yo hago esas cosas con mis amigas, pero yo lo hago siempre y a Héctor era la primera vez que veía hacer esas cosas. ¿Debía notar aquello como extraño o era el único que veía ese tipo de cosas? Seguramente era el único que se estaba fijando en ese pequeño detalle pero es que como decía, ese día era el día de fijarme en esos detalles tontos que normalmente no le prestaba atención. Detalles como los de Juan mirando de forma muy “rara” a Michael, de Celia mirando hombres, aunque esto último es muy normal, o la forma en la que Ana resultaba ser demasiado borde. Se le notaba extraña, mucho más distante de lo normal.
Por fin llegaba la hora de la atracción y resultó tener su cosa de miedo en algunas partes de giro debido a lo pequeña que se veía la vía al lado del vagón, en el que cabían cuatro personas. De lejos se veía que podía llegar a ser un poco caca pero dentro estaba algo mejor. Aunque con las cosas que había en aquella feria, cualquier cosa podía opacar a lo demás. Cogimos camino y empezamos a echar a andar para recoger al novio de Ana. Entre tanto y tanto comienza una discusión de dónde ir después. Noto una pequeña rabieta en la que unos quieren escoger algo solo por molestar, otros porque les apetece ir a un sitio y a otros porque, simplemente, no les apetece. Celia acaba rindiéndose y decide volver a su casa, creo que no quiere aburrirse, cosa que ha debido presuponer debido al plan de hacer lo que los demás quieran porque lo suyo nunca salía. Quizás un cabreo muy normal. Y llega el momento en el que me encuentro en modo decisivo. ¿Ir de sujeta velas con Juan y Michael o irme con Héctor, Ana y el novio de la última? Parecía más atractivo el segundo plan, pero no. Era diferente. La primera pareja intenta no hacerte sentir sujeta velas pero llega un momento en el que tú si lo sientes. No por la situación que ocurre, sino porque ellos son pareja y tú el amigo triste que se encuentra a su lado. La segunda opción… me atrevía a confiar en que no me harían sentir de ese modo pero… Ana se encontraba en un día extraño, no se le veía tan contenta como otros días, con el novio no tengo tanta confianza, no hay más que ver que ni me sé su nombre. Y Héctor… creo que  hemos llegado al punto en el que no sabemos cuándo nos llevamos bien y cuando mal, pero creo que estamos en la última.
Mi decisión fue fácil, recurrir a un plan C. Llamar a una persona con la que me encantaba estar, y no, no hablaba de Alba. La que por cierto… no sabía dónde demonios estaba. Hice una llamada y le pregunté por su paradero. Ya estaba prevenida. Sabía que aquello podía salir mal, conocía a este grupo y tengo momentos en los que me acabo sintiendo fuera de lugar. Soy una persona que necesita sentir que la escuchan, sentir que la apoyan… sentir que no pasan de él y, por supuesto, no ser la última merienda. No pido que me tengan como bandeja de plata todo el día, solo quiero que cuando hable se me escuche. Y creo que es lo normal. Y con ellos ha habido momentos en los que acababa hablando solo. Odio ese sentimiento de impotencia en los que quieres explotar pero no puedes recriminar nada, es decir, ellos no tienen porque atender algo que no les interesa.
Sonia estaba disponible con su grupo de amigos. En realidad, al principio, lo dudé un poco. Me encantaba estar con ella pero quizás sus amigos no me recibían tan bien como ella, o quizás a mi no me caían tan bien sus amigos. No los conocía lo suficiente como para poder opinar sobre esas cosas. Aunque a una la conocía un poco más y me caía bastante bien. Fui. Ni Ana ni Héctor se despidieron de mí, así que supuse que estaban enfadados. No repliqué y lo dejé pasar. La relación no podía ir más al desgaste entre nosotros. Con ellos me pasaba algo extraño, me encantaba quedar y hablar con ellos pero había veces en los que nos quedábamos en momentos incómodos. Antes hablábamos todos los días, quedábamos casi siempre y había momentos para todo, pero ha llegado el punto en el que cada uno ha tirado para un lado. El trato que teníamos ya no es el mismo. Hay confianza, pero no tanta como antes. Yo intento que el cariño que nos tenemos haga que eso vuelva pero parece algo imposible. Supongo que la distancia si hace que las cosas vayan a mal. Pero prefiero pensar que es un bache, que dentro de un tiempo volveremos a ser los de antes. Ya hemos pasado por alguno como esos y luego hemos estado como siempre. Supongo que la esperanza es lo último que se pierde.
Volví a repetir atracción y nos montamos en la del hombre verde. Quizás hablé demasiado, quizás fui demasiado pesado. A lo mejor Sonia acababa mandándome a paseo algún día por tal cosa pero de momento me sentía muy a gusto, y creo que he cogido confianza tan rápido que la comunicación no falla. Yo creo que la comunicación se basa en confianza, cuando la coges hablas hasta por los codos, pero cuando no estás en confianza, casi no hablas. Y no digo que dos personas que no se hablen no se tengan confianza. Es algo muy diferente. Ya no se trata de la confianza que tienes con una persona, sino la que te inspire en ese momento. Seguridad. Al menos a mi me pasa eso. Quizás dentro de unos días se me acabe pero espero que no.
Podría decir que me llevé una grata sorpresa al ver que ese grupo me caía mejor de lo que pensaba. Unos mejores que otros pero ahí estaban.
Como dato debo decir que al final la fiesta programada para el fin de semana ha sido aplazada para el siguiente. Son muchas ganas de fiesta y poco terreno. Vamos, que ha llovido pero la fiesta la quieren hacer igual. Supongo que les pillara en clases pero se trata de los primeros días y es fin de semana. Me alegra porque tampoco es que tuviera muchas ganas de fiesta este fin de semana. Así que… mañana es sábado y hoy no ha habido fiesta.
Cambiando un poco de tercio. De camino a casa he ido reflexionando sobre muchas cosas, unas tan tontas como el nombre de mi móvil, otras un poco más normales como mi amistad con ciertas personas o lo que haré en estos días. El caso es que acabé decidiendo que mi nuevo móvil se acabaría llamando “Di” y no “Maxi” como pensaba. La amistad es algo tan improvisado como el amor, no debe haber quebraderos de cabeza. Unos días se está mal y otros bien. Sin más. No hay que preocuparse porque un día haya ido mal, si han demostrado que pueden estar siempre ahí… ¿Para qué preocuparse por qué el tiempo ha matado la comunicación? Ya volverá.

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