No sé cuánto tiempo llevo queriendo ir al cine, el caso es que no voy. Y me da que estaré así por una temporada más. Puede ser por el dinero, por los estrenos en cartelera o porque no le apetece a los demás, por lo que, tendrá que esperar. En su lugar, veo a Alba en mi casa y yo estoy en pijama. ¿Qué persona recibe en su casa a una amiga en pijama? Yo respondo. Y no voy a decir que soy yo, pero le recibe así una persona que no tenía ni idea de que fuera aparecer, aquella que abre la puerta porque está sonando el timbre y ve en su portal a una amiga. Pues no voy a dejarle en la calle, que pase. Ese tipo de persona es la que está en pijama cuando hay visita. ¡No creo que sea la única persona que se pase las horas en pijama hasta que tenga que salir de casa para alguna cosa! Tengo constancia de que no lo soy.
Motivos para la presencia de ésta mujer en casa han dejado de haber hace mucho tiempo, es decir, antes venía con la intención de pedirme algo, hacer algo, preguntarme cosas o qué sé yo, pero las cosas ya no son así. Supongo que la confianza que nos une hace que si nos queremos ver, aparezcamos en la casa del otro para hacerle una visita. Me obligó a vestirme, a arreglarme para salir un rato después. - ¿Ya? ¿Has visto la hora? Es muy temprano, vamos a quedarnos aquí un rato y ya luego salimos. – Contesté con voz cansada. No sabía la hora que era, pero no parecía ni haberse quitado aquel horrible sol. Y no es que odiara que hiciera sol, pero hacía calor, mejor que anocheciera un poco. Para mi suerte, aceptó. Nos quedamos en el ordenador y nos pusimos a cantar, a meternos al chat ese en el que aparecen personas aleatorias. A veces les cantábamos y les repelíamos, otras insinuábamos algo que luego no era, y otras pues pasábamos porque nos daba grima lo que veíamos. Simple y llanamente.
Acabamos de hacer el tonto con el ordenador y a mí se me para el corazón del susto al notar la mano de Alba encima de la mía. Me suelo asustar con cualquier cosa, es un hecho. - ¿Te puedo hacer una pregunta? – Me pregunta. Seria. Muy seria. En mi cabeza miles de preguntas se formulan sin sentido… desde algo que haya podido hacer y no acordarme hasta algo sobre Pablo. - ¿Otra más? – Pregunto para romper el hielo con una sonrisa que me hace parecer un gato. Se ríe y me llama tonto. – No, en serio, es que me confundes y ya no sé, ¿a ti quién te gusta? Porque aunque no me lo digas yo sé que a ti te gusta una, y luego me dices lo de Noelia, entonces… – Vale, eso no me lo esperaba. Mi hago un lío porque ni siquiera yo sé quién me gusta. Por un lado está la primera, una chica que me gusta bastante pero que veo tan inaccesible como la segunda, entonces… ¿Qué más dará quién me guste, si no voy a conseguir a ninguna? Pero lo cierto es que, yo mismo me encontraba en una confusión. Hasta hace unos días sabía perfectamente que empezaba a sentir cosas por la primera, pero la aparición de mi primer amor y las cosas que noté con solo una mirada suya fue totalmente diferente. ¿Te pueden gustar dos personas a la vez? En mi caso sí. O sea, cuando sabes que no tendrás a ninguna… creo que sí. Aunque siendo sinceros… siempre he sido de los que piensan que eso no pasa. Que si te gusta una persona, solo te gusta esa. Que si quieres a una persona, no tendrás ojos para otra más. Supongo que había una de las dos en la que no estaba seguro de verdad, quizás no me gustaba ninguna realmente. – No lo sé. – Contesto. Me alzo de hombros y se ríe. Me abraza. Creo que me entiende porque cambia de tema y me pide que me cambie ya.
Me cambio rápido y me pongo algo para salir a pasear. Le hago una señal con la cabeza para indicarle que ya podemos salir y lo hacemos. Me enseña una foto con su móvil que me deja un poco extrañado. No sé qué contestar. - ¿Qué pasa con eso? – Pregunto arqueando una ceja y se hace la indignada. - ¿¡Eso!? Es una amiga, que si te parece guapa quería saber. – Responde, debería contestarle finalmente pero no sé a qué viene eso. – Es guapa pero… ¿te gusta a ti o qué? No sabía que te iba ese rollo… ¿Qué ha pasado con Pablo? – Pregunto dudoso. No, en serio me estoy preguntando eso. Me da un pequeño empujón. – Es una amiga a la que le gustas tú, para ver si te la presentaba tonto. – Comenta alzando las cejas como insinuando. ¿Deberías mostrar interés? No tengo ninguno por conocer a una chica. Si ya estoy dudoso entre dos personas que sé que no voy a tener, no vayamos a meter a otra persona más. Y no digo que no tenga oportunidad por el hecho de ser feo, tengo la suerte de ser un chico decente, guapo para unas personas, normal para otras y muy guapo para otras pocas. Ese último hueco lo tengo contado, es milímetro pero no se trata ni de mi madre ni de mi abuela. Ellas solo esperan que le presente a una niña. Supongo que el problema está en que no soy un chico que despierta interés. No me quejo. Soy feliz así. - ¿Y si no quiero? No me apetece. – Respondo un poco pasota. Se alza de hombros. Creo que realmente a ella también le da igual. A lo mejor estaba de moda buscarme pareja porque hubo un tiempo en el que muchas amigas y amigos empezaron a buscarme novia de entre debajo de las piedras, por suerte escapé de todas. Al principio no se lo tomaron a bien, pero es que a mí no me iba ese rollo tan triste. Yo sé relacionarme con la gente, no necesito de esa ayuda.
La mayor de mis dudas era… ¿Pretendía presentarme hoy? ¿Era una encerrona? Rezaba para que no fuera así. Debí haber suplicado bien al cielo porque fuimos a dar una vuelta tonta por los alrededores, por el centro y por tiendas en las que parecíamos tontos. Nos echábamos fotos en mitad de la calle, siendo asesinados por las miradas de la gente. Supongo que parecíamos dos tontos haciendo eso pero nosotros nos estábamos divirtiendo. Nos encontramos con gente conocida y me cogió de la mano corriendo para salir pitando de allí. Creo que tenía las mismas ganas de saludar que las que tenía yo. Ninguna. Acabamos riéndonos en el otro lado de la manzana. Quizás se hubieran dado cuenta pero nos daba exactamente igual. Preferíamos eso a estar mirándonos sin decir nada.
Recibo una llamada. Alba me pide que la invite y a mí también me apetece. Julia acaba con nosotros. Primero tuvimos que ir a recogerla a su puerta. Pasamos, después, por una tienda de pulseras y Alba quiso comprar, así que, compramos una pulsera idéntica para los tres, creo que su idea original era para nosotros dos, pero creo que tampoco era cuestión de quedar mal con Julia. De todos modos… el brazo de Alba estaba lleno de pulseras, por lo que, una más no iba a molestar. De nosotros juntos había bastantes. Dos o tres que yo también llevaba. Yo podía tener la mitad de pulseras que ella llevaba pero cuando me las quitaba las dejaba en una cesta de mi habitación a la cual no volvía, es decir, se me olvidaba ponérmelas de nuevo.
Me daban muchas ganas de preguntar a Julia por el otro chico, pero o Alba me leía el pensamiento o habíamos pensado a la vez porque ella fue más directa. – Tampoco es que no veamos mucho, además que a mí no me gusta. – Responde Julia un poco nerviosa. ¿Era cosa mía o intentaba negar lo innegable? Yo no lo conocía pero daba la casualidad de que Alba sí que lo hacía. Se puso a llamarle y la cara de Julia era un poema. – No llames, no seas tonta. – Le digo yo en tono serio. Tampoco me gustaría que me hicieran lo mismo a mí con la chica que me gusta, por tanto, no me gusta que se lo hagan a los demás. Pero Alba no pensaba así y quedó con él a dos plazas de dónde estábamos. – Si no vas… va a pensar que te cae mal. – Intenta manipular Alba. No puedo evitar soltar una pequeña risita porque, después de todo, se sale con la suya. Me gustaría saber cuándo no lo hace. Ella siempre es así.
Y ahí estábamos, acercándonos hasta aquel chico al cual se le veía bastante bien. Era guapo, era moreno de ojos oscuros, algo de pelilla y el pelo corto. No me resultaba alguien a quién si fuera gay me pudiera atraer, pero sí, estaba bien. Aceptable. Y más sabiendo que era para mi amiga, la cual era tan primeriza como yo. Aunque creo que ella tendría más suerte (o no) y acabaría con alguien. - ¿Vas a querer que te deje sola? – Pregunto a su oído. La respuesta es negativa. Me lo imaginé. Nos acabaron por presentar y creo que era lógico, nos habíamos visto dos veces ya, una tercera vez era muy probable. Jorge era su nombre. Quizás lo acabara olvidando, quizás no. Esperaba no tener que utilizarlo por miedo a equivocarme pues yo me solía olvidar de nombres de personas a las que no suelo ver.
Se hizo tarde y nos tuvimos que recoger. Como cosa destacable parecía que se habían caído tan bien que se habían intercambiado los números de teléfono, si bien no salía aquello de la pareja, saldría una amistad. Pero algo me decía que si saldría algo de allí. Aunque quizás fuera Julia la que se echara para atrás, si algo teníamos en común era en cosas así. Solíamos huir de cosas que nos daban miedo. Y el amor era algo tan fuerte que siempre da miedo, que te atrae más y más pero que aterra conforme te acercas. Es como una película de miedo, quieres seguir viendo pero tienes miedo de lo que pueda pasar. A veces dejas de mirarlas porque no puedes, y otras te quedas hasta el final porque necesitas saber el final. Rara comparación pero creo que acertada. Siento ser el de las comparaciones extrañas pero es lo que toca.
Posiblemente, la siguiente vez que fuera a ver a Julia sería en las siguientes fiestas, por lo que, sería con un avance en la relación de ambos. Tenía curiosidad por ellos. Yo no servía como Cupido pero para eso estaba Alba, yo era más bien el chico que miraba las cosas pasar, el que comenta todo lo que ocurre y le pone nombres. El que crea teorías. ¿Debería ponerle acción alguna vez? ¿Debería luchar algún día por una historia de amor para mí? Lo que tengo claro que es que primero debo aclarar mis ideas, y eso no es dándole al coco, eso debe venir solo. Quizás lo que siento por Noelia no es más que algo que quería que pasara hace tiempo, después de todo es el primer amor. No vuelven a existir amores iguales a ese, amores como esos solo ocurren una vez en la vida. Pero por otro lado estaba la otra chica, la cual me prestaba tanta atención que mucha gente dudaba de una amistad detrás de esos gestos, yo no lo hacía, supongo que todas mis amigas tienen la confianza como para tratarme como el osito de peluche gigante.
No puedo definir si lo que siento por una es la llama del amor que un día se ocultó para poder seguir adelante o una curiosidad de qué hubiera pasado; y por otro lado si es una bonita amistad que estoy confundiendo, la curiosidad de conocer a una persona o que de verdad empezaba a sentir cosas. Supongo que necesitaba tiempo, y para qué engañarnos, tenía tiempo de sobra, es decir, viendo que tenía la certeza de no tener oportunidad ninguna… aclararme podría hasta empeorar mi situación.