Un parate en el ritmo voraginoso de la semana porteña. Espero mi computadora arreglada, que le instalen la memoria que compré en Galería Jardín, en realidad.
En la esquina de Uruguay y Marcelo T, por comer una ensalada, en una mesa de afuera de un bar, pleno mediodía con los primeros soles radiantes primaverales.
Me detengo a reflexionar. A bajar un cambio y entender por dónde va mi vida. Como que al hacer muchas cosas uno no contempla que se tiene que asentar lo que bulle de adentro. Hay que darle tiempo a que asiente aparte de arremeter.
Como. Me relajo. Pienso que todo llega a su debido tiempo y que a su vez hay que buscarlo.
Tras comer se piensa mejor. Ser ejecutor es el factor común de todo aquel que concreta sus deseos. Es mi valla a sortear. O la que en el proceso mismo de encararlo estoy saltando, en cámara lenta por momentos, y en otros como si todo se sucediera en fast foward.
Dar el paso de adquisición, de mejoría, de subir la vara del estándar de vida de cada uno, de afianzamiento, da más soltura, más precisión y certeza.
Compu arreglada, sommier en puerta y arreglo de cuestiones de la casa son los pasos inmediatos. El resto deviene.
Me siento impreciso, sin el foco puesto en lo que debería. Y aún así ejecuto lo que va siendo crucial durante el día, voy accionando pero está bueno hacerlo a conciencia. También sé, por autoconocimiento, que cuando me siento desenfocado es que están ocurriendo cosas importantes, cambios de raíz, y que en ese reajuste no distingo que estoy en la boca del túnel, como ya pidiendo pista para nuevas conquistas.
Soy quisquilloso, y ante la instancia de tener que decidir siempre me invade la duda primero, el temor por que sea la mejor decisión, y la verdad es que tal cosa no es muy precisa, fluctúa, y depende de la energía que se le ponga.
Hay que acostumbrarse a los cambios, dejar que se hagan carne, que asiente el deseo y la voluntad y no que sea producto de una calentura del momento. Salir, investigar y luego guardarse para recapacitar, ver qué se hace imperioso y qué puede pasar de largo y dejar que siga su trayectoria. Por más, sí, pero también en la búsqueda de de calidad y solvencia.
¿Idealizamos lo que no tenemos y deseamos, o vamos por la consecución de lo pretendido? El legítimo derecho, la voluntad expresada en acción.
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Vaivén ciudadano, ejecutivo y contemplador
Publicado el 26 septiembre 2010 por MaxigalinTambién podría interesarte :