Catalunya está de moda. Los catalanes, mejor dicho, sus tribus independentistas han logrado lo que no imaginaban. Qué su comunidad estuviera en la portada de todos los medios nacionales. La estupidez absoluta que ha supuesto que el Parlament aprobase la semana pasada la prohibición de las corridas de toros, de entrada, ha suscitado envidias. No ha separado ni se han destapado las cajas de los truenos independentistas ni separatistas. Esos temores se disiparon muy temprano. ¿A dónde van? ¿De qué van a vivir? ¿Acaso no necesitan al resto de los corrales? Qué cada uno se responda por sí solo…
A mil y pico kilómetros de allí, otra comunidad que huele a oficios y a queso cabrales, se revoluciona. Un grupo de ‘mataos’ (con perdón), quiere tomar ejemplo de los catalanes y pretenden lo mismo. O sea que en Asturias también se prohiba la Fiesta Nacional. No se puede ser más torpe. De verdad, creánme. Dejando a un lado el hecho del ‘taurinismo o no’ (si se me permite), la verdad es que intentar imitar al Parlament es, de entrada, majadero. A éstos también tendría que hacerles unas cuántas preguntitas, pero no lo voy a hacer. Simplemente les diré que procuren dedicar su tiempo a otras cosas más provechosas para el ciudadano de a pie que es, en última instancia, quién les mantiene en la poltrona.
En medio de esta algarabía, y sin salir de la tierra de la sidra, dos de sus máximos pesos pesados de la política han anunciado su retirada. Tanto el uno como la otra llevan muchos años en las trincheras, y una renovación nunca viene mal. Al contrario. Es saludable y genera confianza. No es el momento de valorar la trayectoria de ambos. Pero si hay algo innegable es el firme convencimiento de que algo habrán hecho bien después de tantos años al frente de diferentes puestos de responsabilidad dentro de las instituciones asturianas. Como nadie es perfecto, no me cabe la menor duda de que habrán errado en algunas decisiones. Pero como todo en esta vida, también habrán acertado en otros momentos. La soledad del despacho es muy dura, créanme. No fue una etapa de sombras. Tampoco de luces. Como en botica, hubo de todo. Pero a ver quién es el guapo que es capaz de bailar con la más fea cuando vienen mal dadas como les ha sucedido a ellos y quién es capaz de mantenerse durante más de una década en primera fila de combate sin herir a nadie y sin que reciba ningún disparo. Seamos sensatos. Es de bien nacidos ser agradecidos. Ahora es lo que toca, aunque a veces, insisto, no nos hayan gustado sus decisiones.
Si continuamos haciendo un repaso al patio político, nos daremos cuenta que la casa de enfrente huele mal. Atufa. Se respira un olor putrefacto cimentado en odios y en egos. Tres cortesanos se revelaron ante las huestes del reino. No pueden consentir que alguien de fuera venga a su tierra y pueda hacerles sombra. ¿Cómo? Nadie puede arrebatarles su parcela de poder. ¿Acaso llamamos parcela cuando queremos decir mediocridad? Sea como fuere lo cierto es que resulta cuando menos paradójico que una tierra que apenas tiene un millar de almas tenga herido de muerte al partido que se supone quiere dejar de hacer oposición y gobernar.
En medio de la ponzoña, en Madrid están ciegos y sordos. No oyen. No ven. No escuchan. No atienden. Sus esfuerzos los emplean para llevar adelante una campaña de ‘acoso y derribo’ del Gobierno, de cualquier gobierno que no sea el suyo. Y les importa un bledo todo lo demás. Hay ciertos temas de Estado en los que Gobierno y Parlamento deben ser pareja de hecho. No puede haber fisuras de ninguna en aquellos temas que puedan afectar muy directamente a los ciudadanos y al propio territorio. Me refiero a temas tan trascendentales como el terrorismo, las políticas económicas, educativas o sociales, la justicia, o la defensa. Pero lejos de ello, nos dedicamos a despedirnos de nuestros correligionarios a través de un video en un automóvil y sin abrocharnos el cinturón de seguridad. ¿Y el de castidad?
Lo de Asturias y esta tribu urbana es patético. Entre ellos andan a bofetadas, discutiendo quién está capacitado para llevar las riendas de la Comunidad y quién no. Hay que recordarles que para gobernar una ciudad, una comunidad o un país hay que cumplir una premisa interna que cualquier partido debe cumplir. Deben estar unidos como lo estuvieron durante los años 2000 con la llegada de José María Aznar a La Moncloa. El partido debe caminar en una misma direccion porque si se camina por diferentes rutas, vamos mal. Y ya saben de eso de quién mal anda…
En una región no se puede ofrecer el espectáculo bochornoso que están dando por tierras astures. Al final harán buenos a los espías y a los sastres. Estoy seguro. Para gobernar, tanto el partido como los votantes tienen que ser un único ente. Y aquí, queramos admitirlo o no, no es así. Hay muchos entes. Y también muchos egos y muchas envidias.
Sobran homenajes, máxime cuando el homenajeado no está presente (o no quiere estar Vayan ustedes a saber el porqué); no son necesarios tantos vitores y ni tantas loas. El movimiento se demuestra andando. Más todavía en política. Por eso, antes de buscar los sillones es saludable arreglar los problemas internos que haya en casa. Pero eso hay que sanearlo con discreción y sin aspavientos. No serviría de nada vestir nuestras mejores galas, perfumarnos con perfumes de Oriente si dentro existe un monumental atasco de basura, podredumbre y putrefacción. Es exactamente lo que les sucede a ellos.
Para terminar este repaso echo un vistazo rápido a la casa contigua. Intentar subirse al tren de la política. Veo loable el hecho que quieran lograr su parcela, pero también observo que empiezan a tener algún tufo que otro. Tufo a ego, por supuesto. Equivocados andan también si creen que 'fichando' a escritorzuelos o escribidores de tres al cuarto van a conseguir algo. Una vez que se haya beneficiado del pastel les dejará con el culo al aire. Lo hizo y lo hará. No lo olviden. La experiencia es la madre de la ciencia. ¿si o si?
Las imágenes de Valencia de Don Juan el pasado domingo me recordaban a ‘Sheris Ranch’, en Las Vegas. Pero faltaba lo fundamental que debe reunir cualquier prostíbulo que se precie de tal. Eso sí, bufones había por doquier. Y así les va.