Revista Talentos

Vampiros de llanto y moco

Publicado el 13 diciembre 2013 por Mayte Leal @MayteLealRomero

"La infancia condiciona pero no determina"
Dicen los que saben, que la infancia es un período crucial para la adquisición de valores, creencias y en definitiva, la construcción de la futura identidad personal.
Los niños aprenden a sentirse, exploran observando y están atentos a lo que los adultos les dicen o hacen (o no les dicen y no hacen). Buscan entender y absorben cuanto reciben.
No es cierto que los niños por ser niños son felices, ni tampoco están libres de sufrimiento.
Tampoco es cierto que el sufrimiento sólo venga del maltrato físico o de familias desestructuradas. Falso. Muchos niños sufren la soledad de un hogar sin padres o la dejación de un cariño imposible. Hay niños que crecerán huérfanos de tiempo compartido, otros recibirán indiferencia, o claramente hostilidad. Muchas son las variantes del maltrato infantil. Y muchas son de guante blanco.
Niños que crecerán dañados o rotos. Adultos llorones o resilientes. Quien sabe. Lo que sí dicen los que saben es que la infancia condiciona pero no determina. Cuando uno crece, decide qué tipo de persona es y en quien se quiere convertir. Los adultos, a diferencia de los niños, tenemos la capacidad de elegir si quedarnos donde estamos o virar en otra dirección, claro que no hay viento favorable para aquel que no sabe a qué puerto se dirige...
 Hay adultos llorones, autocomplacientes, cuya forma de vida es escupir a sus padres,  culpándolos de su maltrecho destino. Personas ancladas en un pasado triste, que sin duda lo fue, pero satisfechas en su queja, y buscadores de hombros en los que llorar. Auténticos vampiros de llanto y moco, capaces de agredir con el rechazo desairado a quien pretenda sacarlo de su cómoda autocompasión.
Buscadores de lástima, adultos que crecieron convirtiéndose en niños.

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