van POPEL

Publicado el 28 octubre 2012 por Jrdecea
Hola, buenas noches desde Valencia. Ha cambiado drásticamente el tiempo y parece que, definitivamente, entramos ya en el otoño camino del frío invierno. Por aquí, durará tan sólo un mes y medio, más o menos.
Hoy os quiero presentar otro de mis cuentos que, algunos que lo han leído, me dicen que tiene cierto aire de Navidad; cierto aire a esos cuentos de Dickens envueltos en una atmósfera de soledad y, en cierto modo, de pobreza. Espero que os guste lo que hoy os traigo aquí.
“van Popel”, es una sentimental historia, con un final inesperado, en la que se cuenta cómo la vida gira y gira dando oportunidades a todos, ya estén vivos o nos hayan dejado hace tiempo…
 Gervasio y Sara, dos entrañables viejecitos, eran así y su vida, que transcurría entre cuadros y el penetrante y embriagador olor del óleo de colores, les dio también su oportunidad.En “van Popel” encontramos un mensaje de solidaridad y generosidad en su más alto exponente, que nos lleva a confirmar que los que menos tienen, al final, son los que más comparten.
 Eran las seis y media de una tarde fría de invierno, cuando Gervasio estaba agachado, cosa que la mayoría de las veces suponía un verdadero suplicio; terminando de cerrar la persiana metálica de su vieja y polvorienta tienda de cuadros. Las seis y media de la tarde no era la hora habitual para que Gervasio cerrara, pero llevaba unos días en los que no se encontraba con la moral demasiado alta.
En casa le esperaba Sara, mujer extremadamente sensata y de dulces y suaves ademanes. Era, sencillamente, una mujer adorable. Ella, al igual que Gervasio, pasaban ya de los setenta años y sólo se tenían el uno al otro.   Últimamente, él meditaba mucho sobre su vida y eso sólo servía para entristecerle aún más de lo que estaba.Hacía tiempo que quería cerrar la tienda de cuadros que tanto trabajo le daba y, aunque no tenía prácticamente dinero, jubilarse y pasar tranquilo, junto a Sara, los últimos años de su vida.Este deseo se antojaba difícil de poder cumplirse, ya que no encontraba la manera de vender los casi cincuenta cuadros que aún quedaban en la tienda y que, de hacerlo, le aseguraría el pago del alquiler de la antigua casa en la que habitaban, durante los próximos diez años. Sabía que no era mucho tiempo, pero se convencía de que no debía preocuparse de ello ya que, en diez años, intuía que ninguno de los dos estaría vivo para contarlo. Gervasio vivía angustiado con estos pensamientos, sobre todo cuando miraba los ojos azules claros, casi blancos, de Sara, su fiel compañera. Al entrar por la puerta..........................
.....................................................................-Ten confianza, Gervasio. Seguro que las cosas cambian un día de estos -ella contestó, con cariño y tratando de ayudarle pues no soportaba verlo tan abatido.¿Por qué, Gervasio, no conseguía vender los últimos cuadros? Pues, sencillamente, porque...................... .....................................................................................................................................................Por la tienda de Gervasio pasaban, frecuentemente, gente muy entendida en arte que, nada más ver que lo único que le quedaba eran los cuadros del tal van Popel, de su sombría etapa; salían casi sin despedirse......................................................................................................Gervasio y Sara, aunque nada tenían, viendo la imagen que ante ellos se presentaba, decidieron acogerle en aquella noche fría en la que la nieve estaba a punto de empezar tímidamente a caer.................................................................................................................................Gervasio se levantó temprano, como todos los días, y se percató de que en la pequeña salita estaba el colchón enrollado y atado con una cuerda, como se lo habían entregado la noche anterior, al necesitado hombre. Buscó por la casa y comprobó que no estaba. Había salido al amanecer, con mucho sigilo............................................................................................................................................................“van Popel…”, leyó Gervasio con gran sorpresa. No se lo podía creer. Claro, por eso se lo dejó el hombre, pensó.....................................................................................Al día siguiente, estaba ya en la tienda moviendo unas mesas y metiendo en cajas unos libros viejos, cuando sonó la campanilla de la puerta, indicando que alguien había entrado........................................................................................Qué tengáis una feliz semana.José Ramón.(nº de registro de la propiedad intelectualV-1069-10)http://people.safecreative.org/jose-ramon-de-cea-velasco/u1108080449272