¡Hola!:
No es esto lo que tenía pensado contar hoy, máxime tratándose de una reflexión tan personal como la que hago en estos párrafos, pero... ¿Por qué no?
Hace tan sólo un rato he colgado el teléfono, tras una larga conversación con una amiga. Ella ha pasado, en muy pocos meses, por el fallecimiento fulminante, a causa de un cáncer, de su madre a la que estaba muy unida. Y cuando digo fulminante es literal: en menos de un mes les anunciaron las circunstancias de su enfermedad y en ese lapso murió. Si duro es pasar por ese trance, muy duro es también, el no poder vivir un duelo con sus días negros, y sus lloros, y su querer mandarlo todo a la mierda, porque tienes que estar ahí para todos y sobre todo para tu padre, pues a los dos días (nuevamente hablo con toda la literalidad que cabe en esa expresión) éste, su padre, fue diagnosticado de un enfisema pulmonar, tras sufrir un paro cardíaco, y a los pocos días le descubrieron dos tumores: uno benigno, el otro no.
Hace falta ser muy valiente, para fingir que no pasa nada, que todo está bien, o al menos que con buena disposición todo se supera. No somos de goma, ni super-héroes de cómic, pero la vida a veces te manda más fantasmas de los que quisieras tener que enfrentar, y te golpea con saña.
Y sí, como dice ella, la hemos apoyado. Pero sólo ella es quien ha vivido durante 24 horas diarias, durante varios meses, ese estar en vilo de forma continua, con el susto pegado a los talones, y con las ganas de llorar la pérdida de su madre, guardadas en un desván de su corazón, para cuando surja el momento de abrir ese grifo y que salga como un torrente.
Yo sé que lo ha pasado muy mal, y porque la conozco he insistido hasta el hartazgo en llamarla, y en whatssappearla. Pero ella no estaba para nada. Sólo para su padre. Nunca han tenido la mejor relación filial, pero en momentos como estos eso no se cuestiona. Le tocaba estar ahí con él. Como lo han estado también sus dos hermanas, y sus sobrinas, en mayor o menor medida, pero no nos engañemos, en circunstancias como éstas a veces surgen discrepancias o puntos de vista distintos, o incluso pequeños egoísmos...
Hoy, por fin, ella se ha sincerado conmigo, tras meses de silencio absoluto, al otro lado de la línea. Y bueno, para mí ha sido toda una "alegría" el saber de ella. Mi hombro estaba dispuesto desde ese frío día de enero en que murió su madre. Sólo era cuestión de tiempo que ella encontrase el momento para soltarlo todo. Hemos hablado mucho y poco a la vez, si es que eso es posible: muchos detalles, muy duros, muchos términos médicos que desconozco, y a la vez la información me ha resultado escasa, porque una llamada nunca es lo mismo que conversar con alguien en persona. Y siempre se te escapan los gestos, que a veces hablan más que las propias palabras. Y sé que ha omitido mucha información, quizá demasiada.
Hoy por hoy, su padre se restablece poco a poco en una residencia. La decisión no fue fácil. A ningún hijo, medianamente agradecido, sensible, y humano, le gusta tener que proponer a su padre: "te llevamos de forma temporal a una residencia hasta que te restablezcas un poco, papá". Por mucho que ese traslado sea con pronta fecha de vuelta a su hogar, si se cumple el calendario tal y como todos desean.
En estas semanas, en que ella ha estado "sola", su padre aún sigue ingresado, por lo visto, toda la rabia y el dolor han cobrado forma, o al menos buena parte de ellos. Y parece que a sus otras dos hermanas también les ha sucedido algo parecido, pues han surgido los reproches entre ellas.
Sé que yo lo veo todo desde fuera. Y que es muy complicado, ponerse en su lugar, cuando no he sufrido algo similar, pero me niego a creer que lo que se hayan dicho unas y otras sea algo que de verdad piensen. Para mí es todo fruto del cansancio físico y emocional al que han estado y siguen estando sometidas. Y así se lo he hecho ver.
Sea como sea, lo que más me apena es haber oído hoy de boca de mi amiga, que no encuentra un motivo para vivir, pero que no le viene de ahora, sino de siempre. Que siempre ha tenido ese extraño sentimiento de desarraigo o de vacío existencial. Cuando B. ha pronunciado la frase: "No le encuentro sentido a esta vida, ni se lo he encontrado jamás", el mundo se me ha venido encima. No estamos hablando de que la tristeza actual la haya sumido en una depresión, sino que es algo que viene rumiando desde hace años.
¿Por qué yo lo desconocía?, ¿por qué yo, como amiga, no he sabido verlo hasta que ella lo ha dicho en voz alta? Y sobre todo ¿qué me hace a mí, distinta de ella, ―que siempre ha sido mucho más echada "pa'lante" que yo, y mucho más segura de sí misma, ―a pesar de mi vida mediocre, nula en el plano sentimental, como le sucede a ella, ―prefiero estar sola y ser leal a mis principios que estar con alguien a quien no quiero al 100% o con alguien a quien idolatre, pero que no me convenga―, y que arrastro en mi haber más roces que cariño con mi madre y hermanos, para tener la firme convicción de que, no cambiaría mi vida por nada?
Quizá modificaría ciertas decisiones sí, pero bajo ningún motivo, querría ser otra persona. Soy Rebeca Gonzalo López, y orgullosa de serlo. A día de hoy, no me hablo con mis hermanos. Bueno ellos no me hablan a mí, que puede parecer lo mismo, o pretencioso por mi parte, pero es la verdad sin ambages. Con mi hermana esto sucede desde hace dos o tres años (antes sabía hasta el minuto exacto de esa cuenta dolorosa). Y es un dolor que me cercena y me hace zozobrar cada vez que miro en el móvil su número de teléfono, para llamarla, sabiendo que ella nunca va a responder a mi llamada, como me queda demostrado una y otra vez, pero soy terca y seguiré insistiendo. Y le seguiré pidiendo perdón, cuando la vea, aunque honestamente, creo que es ella quien se equivoca. ¿Por qué mi insistencia?, simplemente porque la quiero, porque mucho más allá de la sangre, hay un nexo invisible con ella que no quiero ni debo eludir, porque sé que estoy en esta vida por ellos, por ella, mis padres y mi hermano, por mis amigos... Insisto, probablemente, cambiaría algunas decisiones de mi pasado, pero nunca jamás, desearía sustituirme por otra persona. Soy yo: con mis errores y mis aciertos, pero sobre todo soy yo, gracias a la familia que me ha tocado en suerte. Y puedo decir con la cabeza bien alta que no querría otros en mi mundo. Por mucho que el silencio pese tanto entre nosotros, convirtiéndose en uno más de la familia. A pesar de que actualmente, desde fuera, parezco la oveja negra que anda desacompasada en el rebaño.
Y, en fin, al escuchar esas palabras tan duras a mi amiga, me cuestiono esto y muchas otras cosas. Y de verdad me gustaría que mi amiga, fuera capaz de abrir los ojos a esa misma realidad, bajo su piel y su nombre. ¡Ojalá consiga mi objetivo! Porque, desde luego a terca no me gana nadie. Y pienso luchar porque se sienta tan orgullosa de sus siglas y de pertenecer a esa familia, como yo me siento orgullosa de formar parte del círculo de la mía.
Hace años, cuando escribía, casi con la misma rapidez con que llegaba el aire a mis pulmones, te invitaba a que paseases también por las letras de mi otro blog:
www.cuentosrecienhorneados.blogspot.com.
Hoy por hoy, te invito a que me conozcas a través de los proyectos de scrap, bisutería o mix media que hago y presento en el otro rincón 2.0 al que ha sido desterrada mi necesidad creativa, durante este largo exilio involuntario:
www.fabricadeartesania.comTe lo contó Sechat.