Mira que a este par les cuesta ponerse de acuerdo …
Ya sé que no se lo ponemos fácil. Les volvemos locos haciéndoles creer que uno gobierna y el otro obedece para segundos después, decirles lo contrario. Y además lo hacemos con absoluta convicción; tan pronto estamos totalmente de acuerdo con la cordura de la mente como con la sensatez del corazón y lamentablemente lo que logramos es que acaben sometidos bajo el yugo de un conflicto del que les cuesta liberarse, cosa que no me extraña porque ambos poseen tal fuerza que ese poder que emanan les hace que inevitablemente luchen por regirse dueños de nuestro destino, lo que hace que el lograr un equilibrio entre ambos, sin ser tarea imposible, rara vez resulte sencillo. Y no hablemos ya de un acuerdo razonable que aúne “irresistibles personalidades”.
Lo que ocurre es que inexcusablemente debemos conseguir armonía entre el uno y el otro. De no ser así corremos el riesgo de andar navegando en una dura inestabilidad que va a marcar cada paso que demos.
Cierto es también que contamos con ayuda: hay evidencias muy reveladoras que despejan el camino alumbrando dónde antes habían sombras. Los instintos, esos por lo que tanto apuesto y a los que no siempre escucho, son grandes proveedores de sanación. Sin duda que algo se manifieste de forma clara y el prestar atención a ese interior nuestro que capta impresiones que aciertan prácticamente siempre, contribuyen a que “esta pareja” acerque posiciones en pro de nuestro bien.
Ninguno son indiferentes antes nosotros, por lo que al final lo que creo que hay que hacer es escuchar a la bondad del corazón sin obviar la prudencia de la mente.
Ahora bien, que alguien me explique cómo se logra eso de una forma rápida, pues mi impaciencia no siempre juega a mi favor. Será que mi necesidad de expresarme propicia mi impulsividad entorpeciendo que me detenga para conceder a ambos contertulios su oportunidad de dar luz a Mi Mundo. Más mantengo mi esperanza; estoy en camino de logarlo.
Silvia AG