Prati es el XXII Rione de Roma, uno de los distritos del centro de la ciudad. Para situarnos, tomando como referencia puntos que conoce cualquier turista mínimamente informado: A la otra orilla del Tevere, en relación al núcleo del centro histórico; al mismo lado que Trastevere, pero entre Monte Mario y San Pedro. También se lo conoce como el barrio de los notarios y los abogados. La mayoría de las veces que me ha tocado pasar una rato ahí, ha sido precisamente para a visitar a unos u otros. Supongo que per este motivo Prati me está bastante antipático. Aún así debo admitir que es señorial, agradable y muy ordenado a nivel de diseño urbanístico, sobretodo en comparación al resto del centro de Roma. Merece una paseadita, aunque que no destaque en número de puntos de interés turístico-romanos por metro cuadrado. (No os dejéis engañar por el emblema del distrito.
Nuestra última visita a Prati no tenía más motivo que volver al Velavevodetto ai Quiriti, en Piazza dei Quiriti. No sabía que se trataba de la sede en Prati de Flavio al Velavevodetto a Testaccio, restaurante al que no he ido nunca, pero que parece ser que goza de cierto prestigio entre las Osterie de Roma. El local es muy agradable y la clientela es poco ruidosa. No sé si porque, como nos dijo el camarero, es muy frecuentado por abogados, y, añado yo, supongo que a la hora de cenar ya se les ha acabado la verborrea. El personal a diferencia de tantos restaurantes de otras zonas más concurridas y con los mismos precios, ni te agobia con representaciones caricaturescas del simpático camarero romano, ni te trata como ganado. Agradablemente correcto, cosa que personalmente agradezco bastante.
Los platos que ofrecen son de auténtica osteria romana, pero, siguiendo en la misma línea, sin elementos kitsch de aquellos que necesita según que turista para la foto-certificado de Roma. La lista de antipasti es corta y típica, pero pilles lo que pilles seguro que acertarás. Desgraciadamente se les habían acabado las anchoas y no pude comer la bruschetta de burrata con anchoa. Guardo de ella muy buen recuerdo, pero quedé más feliz que una perdiz con las láminas de alcachofa fritas y la mozzarella de bufala que compartí. Qué queréis que os diga. Cuando se utilizan productos de buena calidad no hace falta que te compliques mucho la vida para hacer contenta a la clientela.
Primeros = Deliciosa pasta típica a la romana. Mis tagliatelle estaban tan bien mantecadas con la alcachofa y guanciale, sin el mínimo exceso de aceite, pero todo el sabor del guanciale, que no entré en la cocina a dar besos al/ a la cocinero/a, porque no quería que me echaran, pero no quiero mentir, la estrella de la noche fueron: I RIGATONI CON LA PAGLIATA, o pajata, que la llaman en romanesco. Advertencia: La pasta con la pagliata lleva un ingrediente que podría herir la sensibilidad de personas un poquito impresionables, a las cuales permito que se salten lo que queda de parágrafo. Bajo riesgo de que me tachéis de aprendiz de Andrew Zimmern , os presento una plato de pasta con ragú de pedazos de intestino delgado de ternero o corderito lechal y su contenido: el quimo, la leche que ha digerido el animalito. Que os lo cuente Alberto Sordi, que igual os queda más claro. Los platos de carne de la cocina tradicional romana son casi siempre a base de las partes menos atractivas de los animales, ya que hablamos de una cocina de orígenes muy humildes, hecha con lo que tenía a disposición la clase popular.
La probé por orgullo, para que nadie me pudiera decir que no hacía los sacrificios necesarios para conocer plenamente la cocina romana, porque la verdad es que saber lo que había allí dentro me daba, como decía una que conocía “asco intenso”. Opinión: Delicioso. Pensé que sería como masticar un tubo de goma viscoso, lleno de queso agrio. Ni de broma, es bastante tierna y su sabor es bastante delicado. El relleno casi no lo noté, sólo como si en medio del sabor de la salsa se sintieran algunos toques de algo parecido a la ricotta. Si consigues olvidarte de lo que es, debes probarlo y, según la opinión de mi acompañante, romano de pies a cabeza, en Velavevodetto la cocinan muy bien
De segundo te dejan elegir también entre clásicos romanos, pero no os puedo recomendar ninguno, porque no los hemos probado. Con antipasti y primero, hemos quedado siempre bastante llenos. Lo que sí os puedo decir es que las cucharaditas de tiramisú de producción propia, que robé a mi compañero eran excelentes. Por contradictorio que parezca, hablando del postre que hablamos, no empalagaba y ningún sabor predominaba estridentemente, sin dejarte apreciar el de los demás.
La única parte dolorosa llega con la cuenta.