Siempre me ha parecido de lo más simpático, el fenómeno por el cual creemos que lo que hay en nuestra casa, en nuestra familia, es lo que hay en el resto del mundo o lo que debería haber. Son muy interesantes los procesos infantiles por los que conocemos y comprendemos la diversidad en cuanto a usos, modos, cosas y personas. Luego, crecemos. Pero a veces, seguimos creyendo que todo es como en nuestra "área de influencia". Es un prejuicio natural -por llamarlo de algún modo-, que conviene reconocer y desalentar.
Últimamente, viendo las publicaciones de personas que no son mis contactos, en grupos de Facebook de los que soy parte, me encuentro con expresiones radicales de la creencia de que hay objetos y ropa diferenciados "para niña" y "para niño"; no es raro, pero me llama la atención la naturalización absoluta de la creencia. También encuentro problemas de lectura y de escritura, y una ortografía horrorosa. Entre mis contactos no falta alguna falta (en la mayoría, como la excepción que confirma la regla); pero parece que en gran parte del resto del mundo, lo raro es encontrar cuatro palabras seguidas que estén bien escritas. No había tenido uno de estos encuentros cercanos del sexto tipo, desde que por un tiempo, me aficioné a leer los comentarios en Youtube. ¡Qué cosa!
Silvia Parque