Revista Talentos

Venus de Milo

Publicado el 16 marzo 2024 por Miguel Angel Requejo Alfageme @MiguelARAlfagem


Era un lugar agradable, entre una mezcla de patio andaluz y patio de luces urbano con un toque huidizo de jardín botánico de ciudad provinciana. Se estaba fresco allí.
En el centro de él, desde donde estaba situado, se veía una forma. No de manera precisa. Podía ser una estatua pero no se atrevía a precisarlo. El sol estaba saliendo, la bruma de la primavera y la exuberancia floral no permitía una visión clara. También podía ser el contorno de una figura humana estática.
¿Cómo se podría describir?
“En medio de los senderos, entre parterres florecientes Venus de Milo esperaba ver pasar las horas”.
Venus de Milo no tiene porqué  ser una reproducción de la famosa estatua, puede ser una metáfora, puede ser la amada que espera al amante/amado. Y como tal metáfora es posible que no tenga los brazos cortados, aunque la imagen de una mujer de carne y hueso con los brazos amputados mostraría en su rostro la solemnidad de la desgracia, no la tranquila resignación de quien sabe que es de mármol.
También podría ser: “Una reproducción de la Venus de Milo custodiaba el tiempo entre bancos abandonados, árboles pretenciosos  y arbustos populares”
Este escritor seguramente sería comunista o fingiría serlo. Las adjetivaciones y el realismo socialista no casan, son a todas luces una soterrada ironía. El comisario de turno se daría cuenta. Un escritor de trayectoria desgraciada.
E incluso: “Cómo Venus de Milo se sentía en aquel jardín, al lado de una peana, en una compañía de confianza. Abrazada en la distancia por las flores e invitada a huir por los senderos que a sus pies habían alfombrado el momento”
¿Está Venus de Milo? ¿Es una rememoración y sobre la peana hay otra estatua? Algunos gestos familiares.
O también: “La Venus de Milo adquirió vida y llegó hasta él”
Le saludo,
-Hola. Buenos días.
No tenía más virtud que la perspicacia. Así que calló.
Ella prosiguió,
-Los dos lo sabemos. No estás hecho para esto, para la pareja, para convivir, andas perdido en tus ensoñaciones, en tu fantasía. Y yo quiero una vida real, con hijos, bebés, que me rodeen de caca y pis, que irán creciendo y tú, tú…
Se quedó en silencio. La miró con una sensación de impotencia. Tenía más, pero para ella, esta. Ella a él, con pena.
-Lo siento, es mejor que lo dejemos.
La vio alejarse, llegar hasta la peana y seguir más allá. Por un momento tuvo la esperanza de que ella fuera a entrar en la estatua y entonces él podría ir más allá. Pero no. La forma rígida de la estatua había absorbido la bruma y el sol ya no lucía legañas.
Jugando todavía vio su perfil bamboleándose, camino de la cancela que protegía durante la noche el parque y la vio por un momento de espaldas, con los brazos recogidos, cual crisálida, camino de una nueva vida.
Había quedado allí el cascaron de mármol, con él, para siempre.
Sólo cuando llegaron los primeros visitantes y algunos  compañeros  le dijeron que Natalia había estado allí supo que en realidad él no había hecho la metamorfosis de la manera convencional por lo que no estaba muy claro qué clase de vuelo emprendería.
No obstante, abrió las alas.


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