Verano, maldito verano para otros.

Llega el verano. Momento crucial en la vida de los animales de compañía y de las personas mayores, los abuelos. En época de vacaciones la gente planifica su descanso deseado y merecido: Playa, montaña, hotel, camping, etc., etc. Claro que es en ese momento cuando surgen discusiones y problemas. ¿Qué hacemos con el perro? Al hotel o apartamento, no podemos llevarlo. No puede viajar en avión o barco. No podemos dejarlo solo tanto tiempo... Vamos, que es una carga. Opción para los egoístas que sólo compraron el perro, o lo recogieron, como caprichito momentáneo, abandonarlo a su suerte en una zona de campo, en una carretera secundaria y alejada, en... ¿Y los abuelos? ¿Los dejamos también abandonados en el campo o en la calle? -Yo no quiero dormir con el abuelo, huele mal y ronca.-Mamá, la abuela es un coñazo, siempre está protestando por todo.-¿Por qué tengo que ir con el abuelo a dar una vuelta? Vete tú que para eso es tu padre.-Estoy harta de la abuela, se tiene que meter en todo y no me dejan salir por su culpa. Y así, opiniones, comentarios y demás.Creo que un buen texto para pensar sobre esos momentos y otros en los que las ideas que pueden llegar a nuestro cerebro es mejor no oírlas y desecharlas, es la novela, Las intermitencias de la muerte, de José Saramago. Ya me diréis.